LAS PIEDRAS PRECIOSAS


Hace muchos siglos un escritor judío-romano, Flavio Josefo, discurrió acerca de las virtudes de las diversas piedras preciosas y describió el pectoral del sumo sacerdote, mencionado en la Biblia, en el Libro del Éxodo (Cap. 28. Vers. 17-19). Las piedras de dicho pectoral estaban dispuestas en cuatro grupos de tres, y cada una de ellas llevaba el nombre de una de las tribus de Israel. Los nombres modernos de esas gemas son los siguientes: cornalina, crisólito, esmeralda, rubí, lapislázuli, ónice, zafiro, ágata, amatista, topacio, berilo y jaspe. El ornamento sagrado no sólo tenía estas doce piedras, a las cuales se atribuían propiedades mágicas, sino también los doce signos del Zodíaco. Tal vez provenga de este hecho la costumbre de usar determinada piedra preciosa, de acuerdo con el mes en que se ha nacido.

Por supuesto que esta costumbre no tiene ningún fundamento serio.