¿Cómo es que estando una parte de la tierra hacia abajo no se vierte en el espacio el agua de los océanos?


Nos parece muy natural la pregunta, si no se tiene en cuenta la configuración de la Tierra. Es ésta un globo aislado en el espacio, rodeado por todas partes de distancias infinitas. En estas distancias existen en realidad direcciones definidas, que son: el Norte, hacia el cual mira el polo Norte de la Tierra; el Sur, el Este y el Oeste. Estas palabras tienen una significación verdadera, pero, por lo que al Universo concierne, los adverbios arriba y abajo carecen en absoluto de sentido. Desde nuestro punto de vista, nuestros antípodas se encuentran cabeza abajo invariablemente, a pesar de que cambian de lugar con nosotros cada doce horas; y desde el punto de vista de ellos, nosotros estamos siempre cabeza abajo. Unos y otros tomamos al pensar esto como punto de referencia la Tierra, y sólo con respecto a su centro tienen nuestras palabras sentido.

Ahora bien, el centro de la Tierra lo tenemos constantemente debajo en cualquier lugar de su superficie en donde nos encontremos y a cualquiera hora del día o de la noche, y todas las partes del planeta miran hacia arriba, porque dan la espalda a su centro. La gravedad actúa en la dirección del centro de la Tierra, atrayendo hacia él todos los cuerpos. Si saltamos, la Tierra nos atrae hacia sí; si salta un antípoda nuestro al mismo tiempo, en dirección contraria, también lo atrae la Tierra hacia su centro.

Reflexionando acerca de todo lo dicho, fácil nos será comprender por qué no se vierten en el espacio las aguas de los mares en ninguna parte del globo, y por qué no existe más razón en un punto que en otro para que tal cosa suceda.