¿De dónde procede el agua que brota de los manantiales?


El agua de los manantiales viene del cielo. Si vivimos en el campo, pronto advertiremos que los manantiales dependen de la lluvia, y que, cuando llueve poco o deja enteramente de llover, el agua que de ellos brota se torna escasa y aun deja de fluir por completo. Esto es cierto, aun cuando se vea fluir el manantial del propio suelo. El agua de la lluvia, que se ha filtrado a través de la tierra, vuelve otra vez a la superficie en forma de surtidor o manantial, yendo a alimentar después algún lago o río, que la conduce al mar, de donde pasa en forma de vapor a las nubes, las cuales nos la devuelven convertida en agua nuevamente bajo la forma de lluvia. Todo esto se repite sin cesar, de suerte que el agua de los manantiales ha estado dando la vuelta desde éstos a los mares, y al cielo y a la tierra y de nuevo a los manantiales un número incontable de millares de veces antes de que naciéramos nosotros, y lo mismo continuará después de nuestra muerte.

El agua de los manantiales se recomienda especialmente para beber, porque es muy pura y porque contiene en disolución cierta cantidad de aire, que le comunica un sabor agradable, y una ligera efervescencia; además de lo cual posee algunas sales tomadas de las tierras por donde pasa, y que son muy convenientes para nuestro organismo.