¿Cómo se explica que haya huesos en el interior de las frutas?


Esta pregunta, y otras muchas semejantes, se contestan por sí mismas con sólo observar lo que ocurre en la Naturaleza. Así vemos que lo que llamamos fruta, como una cereza o una ciruela, es la última fase de la larga serie de cambios porque pasan la flor del cerezo o el ciruelo. Después que han sido fecundadas estas flores -lo que equivale a decir que han sido capacitadas para producir el fruto-comienzan a transformarse. Cuando las vemos marchitarse, se nos figura que perecen; pero, si se les caen sus hermosos pétalos, no es porque las flores hayan sufrido daño alguno, sino porque aquéllos dejan ya de serle verdaderamente necesarios.

No tarda en formarse una especie de botón duro, de piel o cutícula resistente, que es la verdadera fruta. En esta fase apenas contiene más que el hueso y la piel que lo cubre. Pero existe entre ambos una capa de pequeñas células muy activas; y éstas engendran la carne de la fruta, que es lo que a nuestros ojos la avalora. También algunas aves gustan mucho de comer fruta; cuando escapan con ella, puede ocurrir que las pepitas o huesos caigan sobre un terreno a propósito, y comiencen a crecer o germinar., que es la palabra técnica. El interior del hueso, que contiene la semilla viva de la planta, empieza a desenvolverse, atraviesa la cáscara y comienza a formarse de esta suerte un nuevo árbol. Tal es el fin para el que fueron creadas las flores.