ESPLENDOR Y OCASO DE LAS CIVILIZACIONES MESOPOTÁMICAS


Aunque envuelta en las nieblas de los remotos tiempos, la historia de Babilonia y Asiria se nos presenta tan grandiosa y sorprendente como la de Egipto. Para formarnos clara idea de las relativas posiciones de estos dos antiquísimos países y de los puntos en que se asemejan tanto, imaginémonos que cruzamos en un gran vuelo desde el Sahara a Persia sobre la casi inhabitada extensión del mundo antiguo.

En el gran desierto, Egipto yace como un angosto valle. Después, al avanzar en nuestra aeronave hacia Oriente, vemos debajo de nosotros, entre el Mediterráneo y el largo y estrecho mar Rojo, que se nos muestra reverberando en los reflejos solares, el istmo de Suez. Más allá de este gran "puente de las naciones", cruzamos el borde del desierto que se dirige hacia la parte superior desde el norte de Arabia hasta las altas tierras de la República de Siria.

Entonces nos hallamos sobre otro valle, que se abre también en el desierto. Es más anchuroso que el del Nilo, y en él corren dos ríos, el Eufrates y el Tigris, que nacen en las montañas del Oeste y Norte y fluyen en dirección Sudeste, casi paralelos, hasta que se unen en una sola corriente, el Chat-el-Arab, que desemboca en el golfo Pérsico. Entre ambos se extiende una región que fue llamada Mesopotamia, nombre que quiere decir "entre dos ríos". Más allá de las montañas que bordean la cuenca del Tigris vemos aparecer de nuevo el desierto de la meseta de Persia.

Sabido es que la región mencionada ha tenido un pasado esplendoroso estrechamente relacionado con la historia del pueblo judío. Por desgracia, los asirios y los babilonios, a diferencia de los egipcios, no dejaron grandes construcciones, pues el material empleado, mucho menos resistente que el de aquéllos, fue fácil presa del tiempo, y sólo quedan escasos y muy deteriorados restos. Sin embargo, los sabios modernos hicieron exploraciones de los montículos de que puede decirse está sembrado el valle, y sobre aquellas ruinas han podido reconstruir gran parte de la historia de la famosísima Babilonia, que en un tiempo fue capital del antiguo mundo oriental.

A veces se levantan las villas árabes en esos montículos y colinas, y se cultivan las laderas, que en la primavera se cubren de flores. En el Museo del Louvre, en París, hay modelos muy interesantes de algunos de esos montículos o colinas. 'Tanto Francia como Inglaterra enviaron exploradores oficiales para el estudio de las antigüedades que contuviesen, porque las lluvias habían descubierto y arrancado en algunos sitios trozos de mármol tallado, lo cual dejaba suponer la existencia de edificios sepultados.