Transporte de los colosos o toros de cabeza humana


Muchos de ellos tiran de largas cuerdas y arrastran una narria que resbala sobre rodillos o traviesas, ayudándose para ello de un potente sistema de palancas y poleas. Sobre la narria hay uno de los colosos o toros de cabeza humana, que ha de ser colocado como "guardián de la escalinata del rey". No es un trabajo perfecto, pues no está más que esbozado, casi recién salido de la cantera de donde lo han transportado por un canal en ingente balsa.

Esta balsa o enorme almadraba, hecha de troncos cruzados y ligados entre sí, se ve en el río a poca distancia; en torno de ella bullen las anguilas, y en la orilla una marrana, rodeada de sus cochinillos, hoza entre los juncos.

Miremos otra vez a los obreros, que penosamente van de un lado a otro con toda suerte de herramientas y materiales de construcción, y de ellos pasemos la vista a los impasibles soldados que dan guardia al mismo Senaquerib, revestido de sus vestiduras reales, de pie en su carro de ceremonia, protegido por la sombra de un precioso quitasol, que un esclavo sostiene sobre su regia cabeza, y acariciado suavemente por el aire que con grandes abanicos le hacen otros servidores. Es un espectáculo que nos recuerda a los Faraones contemplando la erección de las pirámides.

A juzgar por este cuadro, ¡cuan animada debió de ser aquella escena entre el bullicioso tráfago, el polvo y el calor! Sobre la cabeza del rey se lee esta inscripción: "Senaquerib, rey de multitudes, rey de Asina, tuvo el placer de erigir los toros y colosos. Fueron hechos en la tierra de Baladón -cerca de las fuentes del Tigris- para el palacio de Su Majestad, en Nínive".