Transporte de los vencidos hasta tierras lejanas


Este sistema de transportar a los pueblos vencidos a tierras lejanas a la patria y cambiarlos con otros de partes distantes del imperio ocasionó a los pueblos sometidos penosos sufrimientos, durante los años de la grandeza de Asiria, como se revela en las lamentaciones de Jeremías, referidas en la liturgia: "Sentados junto a los ríos de Babilonia, llorábamos pensando en ti, ¡oh Sión!"

Cuando llegó Sargón a ser rey de Asiria conquistó a Samaría, después de largo asedio, y envió a sus habitantes lejos de su patria a establecerse más allá del Eufrates. De su espléndido palacio, próximo a Nínive, se han extraído los hermosos toros con la cabeza humana; y en las inscripciones cuneiformes en ellos grabadas se refieren sus excursiones, del mismo modo que se cuentan en los cilindros encontrados entre otros recuerdos históricos.

Los cilindros de Senaquerib, hijo famoso de Sargón, debían de estar llenos de interesantísimas noticias, porque sostuvo muchas guerras y edificó y restauró muchos palacios. Varias planchas de mármol y losas procedentes de uno de éstos y conservadas en el Museo Británico de Londres enseñan cómo se hacían los grandes palacios asirios. Vemos allí a los innumerables obreros que levantaban el montículo o plataforma sobre la cual se erigía el edificio. Suben cargados con piedras, ladrillos y tierra; descargan de golpe los materiales; bajan para llenar sus espuertas y vuelven a subir. Se ven en todas direcciones muchedumbres de trabajadores, seguramente esclavos y prisioneros, porque al frente de ellos, vigilándolos y ordenándoles, se ven guardas y capataces con amenazadoras varas en las manos.