LA VIDA DE LAS HORMIGAS

Desde hace muy largo tiempo existe una permanente y cortés disputa entre los admiradores de las hormigas y los de las abejas, sobre cuál de esos insectos es más interesante. El lector decidirá por sí, una vez que se haya enterado de cómo son y cómo se conducen unas y otras. Sin embargo, haremos constar aquí sus semejanzas y diferencias más notables. Ambas viven agrupadas en comunidades admirablemente regidas. La existencia de la abeja es acaso más poética: trabaja entre flores y nos ofrece el dulce fruto de sus afanes; la hormiga, más prosaica, destruye algunas plantas, pero como mata infinidad de insectos perjudiciales, resulta benéfica al fin. En cuanto a inteligencia, es tanta la de la hormiga, que algunos observadores le disciernen el segundo puesto en la Naturaleza, después del hombre.
Pasan de 5.000 las especies de hormigas que hay en el mundo; estudiarlas en detalle es imposible; por tanto, nos decidimos por las más comunes.
Cabe preguntarse en qué son superiores en inteligencia al caballo, al perro, al elefante, por ejemplo. Lo son por vivir en ciudades y edificar moradas maravillosas, por dividirse el trabajo, por cosechar y almacenar provisiones en silos, por criar y ordeñar vacas, por cuidar animales caseros. Además, tienen ejércitos para pelear a hormigas más débiles; y esto, aunque atestigüe maldad, da prueba de su inteligencia.