HISTORIA DEL ALUMBRADO


Una de las primeras necesidades que el hombre tuvo que satisfacer fue la de proveerse de luz y de fuego, para alumbrarse durante la noche, defenderse de los rigores del frío y cocinar sus alimentos. En otro lugar de esta obra decimos algo sobre el gas de alumbrado y su aplicación a la aerostática; aquí nos proponemos tratar más directamente del alumbrado en sus diversas formas, exponiendo de paso las fases principales por que ha pasado hasta alcanzar la perfección que hoy tiene. Acostumbrados a las comodidades del alumbrado moderno, nos sentimos inclinados a creer que en todos los tiempos ha sucedido lo mismo, y nos cuesta trabajo hacernos cargo de cómo iban las cosas a principios del siglo xix.

Entonces era preciso dejar cuidadosamente guardada en el fogón, antes de acostarse, alguna brasa cubierta de ceniza, a fin de poder encender el fuego al día siguiente por la mañana. Y si, durante la noche, se consumían y apagaban los restos de la lumbre que se habían querido conservar, no quedaba otro expediente que golpear un pedernal con un eslabón para producir chispas que inflamaran un poco de yesca u otro combustible análogo, mediante los cuales se lograba comunicar la ignición a la leña y a las lámparas de aceite. Para colmo de males, acontecía a veces que la yesca estaba húmeda o el pedernal inservible, y entonces era forzoso acudir a la casa del vecino en busca de un poco de fuego.

Pero tratemos de averiguar de qué manera el hombre obtuvo el fuego por primera vez.

Supónese con bastante fundamento que los hombres, desde los tiempos más remotos, debieron de observar los incendios producidos en los bosques por la lava de los volcanes. Y de igual modo hubieron de serles conocidos los efectos del rayo al carbonizar y convertir parcialmente en brasas los añosos árboles. Luego hallaron que dos trozos de madera seca, frotados uno contra otro, ardían; y, durante muchos miles de años, continuaron haciendo fuego mediante este rudimentario artificio. Aún hoy, los salvajes de ciertas tribus lo obtienen así; pero como la madera no sirve si está húmeda, conservan constantemente fuego encendido en lugares protegidos, especialmente durante las estaciones lluviosas. El empleo del pedernal y el eslabón ha venido mucho tiempo después, porque durante un largo período no se conoció el uso del hierro.