Una explosión inesperada abrió el camino a un gran descubrimiento


Durante la explotación de una mina de carbón, prodújose de pronto un fuerte escape de gas, que salió por la boca del pozo, y que, encendiéndose, formó una llama de un metro de ancho por dos de largo. Como la salida del gas no cesaba, la llama continuó ardiendo sin que fuese posible apagarla; y los mineros se vieron en la necesidad de construir alrededor una pared y adaptar un tubo metálico, a fin de encauzar el gas hasta la entrada de la mina. El gas, encerrado en el tubo, llameó con fuerza en el aire a gran altura, y durante largo tiempo sirvió de alumbrado a los campos circunvecinos. Este alumbrado vino a ser el anuncio precursor de una industria que, en breve, habría de alcanzar gran desenvolvimiento.

En los comienzos del siglo xviii, los progresos de la química condujeron a varios observadores a estudiar la descomposición natural y artificial del carbón de piedra. Entre esos observadores pueden citarse a Shirley, Becher, Hales, Clayton y R. Watson. Estos sabios descubrieron que la destilación de la hulla originaba una cantidad grande de gases susceptibles de arder con clara llama, pero tales estudios, hechos únicamente con miras especulativas, no condujeron a ninguna aplicación práctica.

La idea de emplear el gas para el alumbrado corresponde, de hecho, al francés Felipe Lebon, ingeniero de puentes y caminos, que, mediante la descomposición de la leña, intentó obtener con su termolámpara, en 1796, luz, calor y fuerza motriz a la vez; y en vista del mal resultado de su experimento, prefirió emplear el carbón de piedra para la producción del gas.

A la vez que Lebon, y trabajando por cuenta propia, el mecánico inglés Guillermo Murdock tuvo, también, la idea de utilizar la hulla para el alumbrado, y en 1792 consiguió alumbrar con gas su propia casa.

De esta última fecha data, en realidad, la aplicación del gas a las necesidades del alumbrado.

Son muchas las materias que pueden suministrar gases combustibles propios para el mencionado fin. Destilando en un vaso cerrado cualquier cuerpo animal o vegetal se observa un desprendimiento de gases que, recogidos y canalizados por tubos, arden con llama más o menos clara.

Según sea la materia que se emplee para producir el gas, así éste recibe diferentes nombres, como .gas de aceite, gas de hulla, gas de madera, etc. El más importante de todos, y el único que tuvo consumo y aplicación en gran escala para el alumbrado público, fue el gas de hulla, por lo cual se le denominó gas del alumbrado.

Hay también el gas de agua, de escasa potencia lumínica, que, no obstante, puede ser acrecentada por el platino; el gas hidrocarbonado y el carburado; el gas del aire, constituido por el aire atmosférico, y que es de escaso poder iluminante; el gas de creosota; el oxhídrico, que produce una luz de un brillo tal, que no es posible soportarla de frente; esta luz, conocida con el nombre de luz Drummond, se utiliza para el alumbrado de los faros, para las linternas de proyección y otros varios usos. Además de estos gases, conviene mencionar el gas platino, de claridad intensa, y el llamado gas portátil.