Rápidos fueron los progresos del alumbrado de gas


Una de las más importantes mejoras que en el alumbrado por gas se han llevado a cabo ha sido la invención del mechero Auer, ingeniosa aplicación de la incandescencia, debida a Auer de Welsbach, de Viena. En ese mechero, el gas, mezclado con una parte de aire, pone en incandescencia una camisa o tejido fino, empapado en un nitrato terroso. La camisa se coloca sobre la llama del gas, consiguiéndose así obtener una luz intensa y fija. Otro notable adelanto fueron las lámparas intensivas, que por medio de un mechero de construcción especial, aumentaban notablemente la producción de luz.

Había varias clases de mecheros que producían aumento de luz y economía, y entre ellos citaremos el mechero Bunsen, de gran potencia lumínica, y que disminuía el gasto de fluido.

Otra luz de gas comprimido era la luz Millenium, que dada llamas de 1.500 bujías de intensidad.

Un distinguido técnico alemán, Nürnberg, inventó un mechero cuya intensidad luminosa era catorce veces mayor que la de un mechero ordinario de incandescencia, sin aumentar el consumo de gas. Mención muy especial merece en este lugar el gas líquido, según procedimiento del químico alemán Blau, cuya aplicación en casas de campo y lugares apartados de los grandes centros de población fue importantísima, pues un tubo de veinticinco litros de capacidad, lleno de dicho gas, suministraba luz durante más de tres meses.

Citemos finalmente el alumbrado por el lusol, producto derivado de la hulla, utilizable en lámparas portátiles o fijas, de gran aceptación por su economía de consumo.