LA GRAVEDAD Y EL EQUILIBRIO


Si nos preguntásemos ¿cuál es el centro de un cuadrado?, responderíamos seguramente con exactitud, pues a nadie puede sorprender tan sencilla pregunta. Tampoco vacilaríamos, por la misma razón, si nos pidiesen el centro de un círculo o de un rectángulo. Todas estas figuras geométricas son simples, al igual que ciertos cuerpos geométricos, tales como la esfera, el prisma, el cilindro, etc., los que idénticamente no nos presentan gran problema si queremos determinar dónde se halla su centro. Si por el contrario, estuviésemos frente a cuerpos de forma complicada, entonces sí, nuestra respuesta ya no sería tan precisa. Pongamos el caso no tan complicado de una pera, ¿dónde estará su centro? Bien, veamos una experiencia sencilla de la cual aprenderemos cosas interesantes. Sea por ejemplo, una tablita cuadrada, pero tal, que una mitad estuviese construida de madera y la otra mitad de plomo. El centro de la tablita, evidentemente, estará en el cruce de las diagonales del cuadrado. Ahora bien, si la suspendiéramos con un hilo, por dicho centro, observaríamos que ella siempre tendería a colocarse de manera que la zona de plomo quede en la parte inferior. O sea que, puesta en una posición cualquiera, rotará alrededor del centro hasta ubicarse el plomo abajo. Nos preguntamos entonces: ¿Habrá algún punto del cuerpo, tal, que suspendido éste por dicho punto, siempre quede en equilibrio, cualquiera sea la posición? Sí; dicho punto existe en todos los cuerpos y se denomina centro de gravedad del cuerpo considerado.

En el caso de cuerpos hechos de un mismo material y exactamente homogéneos, el centro de gravedad coincide con el centro geométrico. Cuando esto no se cumple, o sea en cuerpos heterogéneos, dichos puntos no se encuentran en el mismo lugar.