Por qué a los niños y a los animales les es difícil tenerse de pie


Aun los monos, más parecidos al hombre, sin exceptuar el maravilloso gibón, tienen el centro de gravedad delante de la línea de la articulación de las caderas. Estos animales pueden andar erguidos durante un tiempo, pero les cuesta trabajo, y a duras penas consiguen sostenerse. Un niño muy pequeño se encuentra en las mismas condiciones que ellos.

Pero cuando el niño crece, la forma de la columna vertebral se va modificando de tal manera que el centro de gravedad del tronco acaba por situarse detrás de las caderas, como lo está en nuestro cuerpo. Las dos rectas trazadas desde las articulaciones de las caderas y desde el centro de gravedad al suelo, son paralelas, y las fuerzas que obran en ellas constituyen un par, de manera que el tronco y la cabeza tienden a girar, inclinándose hacia atrás, en dirección al suelo, mientras las piernas permanecen derechas. Sin embargo, esto es cosa que nunca ha conseguido efectuar ni el acróbata más hábil.

Se lo impiden, efectivamente, dos grandes bandas fibrosas situadas delante de cada una de las articulaciones de las caderas, y que se oponen a la rotación del tronco hacia atrás bajo la influencia de la gravedad. Merced a tan admirable disposición, podemos mantenernos perfectamente erguidos sin que sea necesario un esfuerzo muscular ni un efecto de equilibrio, pues se realiza únicamente en virtud de un simple mecanismo automático.