Un percance que nos ocurre con harta frecuencia cuando olvidamos las leyes del equilibrio


Las cuestiones relativas al equilibrio de los cuerpos y al centro de gravedad son de suma importancia práctica. Considérese, por ejemplo, un caso de los más comunes y fatales, que suele ocurrir casi diariamente en un lugar o en otro. Constantemente estamos oyendo decir que, por zozobrar alguna lancha, perecieron ahogados los que iban en ella. Salvo en el caso de que la embarcación bogara por un mar muy agitado, puede decirse con seguridad que el suceso ha sido debido a una imprudencia. Hay una regla sencilla que todos deberíamos saber y observar siempre, pues de lo contrario podríamos ser responsables de la pérdida de vidas humanas. Tal regla es que en una lancha nunca ha de estar de pie más de una persona, y aun así conviene que cuando ancle se agache cuanto pueda, si quiere evitar todo peligro.

Éste es un problema de equilibrio, y toda cuestión de equilibrio depende del centro de gravedad. Si el centro de gravedad de la lancha estuviese situado en la quilla, no sería tan fácil que volcase; podría inclinarse o tumbarse por completo; pero inmediatamente volvería a enderezarse por sí sola. Es un caso de equilibrio estable, en el cual toda perturbación tiende a elevar el centro de gravedad. Cuando' se construye lo que llamamos un bote salvavidas, se le provee, entre otras cosas, de una quilla de hierro muy pesada, lo cual significa que el centro de gravedad está tan bajo que, con la ayuda de otras disposiciones, la embarcación es capaz de enderezarse, aun después de haber sido volcada. Pero una lancha ordinaria no tiene quilla de hierro, y lo que contribuye principalmente a determinar la posición de su centro de gravedad, son Ios cuerpos de sus tripulantes.