CHILE LIBRE HASTA NUESTROS DÍAS


El ejercicio férreo del poder durante seis años, en una época llena de dificultades, llevó al gobierno de O'Higgins a una situación inestable. Finalizada la guerra por la Independencia, muchos chilenos ansiaban un cambio.

Aprovechándose de este descontento, don Ramón Freiré, general que mandaba las tropas del Sur, se sublevó contra el Director y marchó hacia Santiago con su ejército.

O'Higgins quizá habría podido resistir, pero no quiso que se derramara sangre de chilenos en su defensa: abdicó el poder en manos de una junta de personas respetables de Santiago, y se desterró voluntariamente a Perú, donde murió, pobre y casi olvidado, veinte años después.

La caída de O'Higgins fue para Chile el principio de una época de revoluciones y de desgracias para todas las clases sociales.

Cada general se creía con derecho para sublevarse, echar abajo al presidente y colocar a otro en su lugar. Las provincias no querían obedecer a Santiago, y se gobernaban a veces como países independientes, queriendo imitar con eso a Estados Unidos de América, donde cada provincia es un estado en cierto modo libre. Pero este sistema no podía funcionar bien en Chile, porque en sus provincias las gentes eran demasiado ignorantes, y sin experiencia para proceder con orden y cordura.