El partido liberal, su actuación revolucionaria. Don Manuel Montt


La prosperidad creciente del país no evitó, sin embargo, que algunas personas se sintieran descontentas del sistema de gobierno establecido por los pelucones.

Suponían que el pueblo de Chile estaba ya bastante ilustrado para practicar la república, y repetían que la Constitución de 1833, por el hecho de dar tanto poder al presidente, necesitaba ser reformada, para que el pueblo fuera verdadero soberano, y no sólo de nombre, como hasta entonces sucedía. Además, querían los reformadores que se tomaran medidas para impedir que en adelante los presidentes pudieran influir en la elección de sus sucesores, y en la de miembros del Congreso.

Las personas que pensaban así se llamaron liberales, y fueron los fundadores del partido que tomó después ese nombre. Comenzaron a tener alguna influencia a fines del gobierno de don Manuel Bulnes. Publicaron periódicos, y hacían propaganda de sus ideas por todos los medios legales que estaban a su alcance. Mientras se mantuvieron en ese temperamento pacífico, el presidente Bulnes no los hostilizó, antes por el contrario, llamó a algunos de ellos a formar parte de sus ministerios, con gran descontento de los pelucones, que no querían cambio alguno en el sistema que habían establecido y que aseguraba su preponderancia.

El jefe de estos últimos era don Manuel Montt, joven de buena familia, pero pobre y desconocido, que, a fuerza de talento y de honradez, había llegado a los primeros puestos del gobierno. Los pelucones deseaban que Montt sucediera a Bulnes en la presidencia. Los liberales, por el contrario, resistían con todo empeño esta candidatura, y en cuanto se convencieron de que el presidente había elegido a Montt como su sucesor, no les quedó otra esperanza que la revolución. El 20 de abril de 1851 lograron sublevar un regimiento de Santiago. Ellos esperaban que el pueblo los ayudaría a derrocar el gobierno, pero no fue así: la población permaneció tranquila, y el regimiento sublevado fue reducido a la obediencia, después de un sangriento combate que se desarrolló en las calles de la capital.

Montt fue elegido presidente. El candidato derrotado era el general Cruz, jefe del ejército del Sur. Los liberales se habían fijado en él, porque esperaban que, si no salía elegido, haría una revolución con ayuda de sus tropas.

Así sucedió, por desgracia. Después de veinte años de paz completa, el país se vio envuelto en una desastrosa guerra civil, que estalló en los mismos días en que don Manuel Montt subió a la presidencia. Pero la revolución fue al fin vencida, en la sangrienta batalla de Loncomilla, el 8 de diciembre de 1851. El ex presidente Bulnes mandó en esa batalla las fuerzas del gobierno.

Don Manuel Montt fue un gran presidente. Auxiliado por su ministro y amigo don Antonio Varas, trabajó los diez años que duró su gobierno (1851-1861) por hacer progresar al país. Se reformaron las antiguas leyes españolas que hasta entonces regían en Chile, se construyó el ferrocarril de Santiago a Valparaíso, se establecieron los telégrafos y se organizó el ejército de tal manera, que ya en adelante no hubo en Chile nuevas revoluciones militares, convirtiéndose el ejército en un factor de seguridad y salvaguarda del orden interno.

Sin embargo, siete años después de su elección, don Manuel Montt tuvo la desgracia de ver dividido al partido pelucón, que lo había elevado, a causa de una cuestión de carácter religioso. Los pelucones devotos formaron el partido conservador; los que permanecieron fieles a Montt tomaron el nombre de nacionales, que conservan hasta hoy día.

Los conservadores, en su descontento contra Montt, se unieron con. los liberales para combatir al gobierno, y, juntos ambos partidos, organizaron en 1859 una revolución, pero ésta no tuvo éxito, porque el ejército permaneció fiel al presidente.