ANIMALES ARTICULADOS QUE SE ARRASTRAN O QUE CORREN


Todos los seres han sido creados con un propósito definido, y a nosotros nos corresponde descubrir, para cada uno, en qué consiste dicho propósito, del mismo modo que buscaríamos, entre un manojo de llaves, la que se adapta exactamente a cada cerradura.

Diríase que algunos animales se han apartado del camino que les trazaban las leyes naturales. Difícilmente puede creerse que las moscas y los mosquitos no existan sino para molestar a los hombres y a las bestias; y por eso, nos vemos inducidos a creer que son seres descarriados, como los malhechores que roban y matan a sus semejantes. Existen, por otra parte, muchos animales que nos parecen dañinos, o por lo menos repulsivos, siendo así que, en realidad, deben considerarse como amigos del hombre. A todos suelen repugnarnos ciertas especies de artrópodos que a menudo vemos correr por el suelo. Los ciempiés y las arañas son de los que inspiran mayor repulsión a la generalidad de la gente. Pues bien; hemos de hacer con ellos lo que hicimos en otros casos: examinar detenidamente el fin a que pueden responder, y hacernos cargo de la importancia de la misión que desempeñan en el mundo. Consideremos, en primer lugar, las escolopendras, artrópodos de cuerpo largo y provistos de numerosas patas, que se encuentran bajo las piedras, la corteza de los árboles y otros lugares oscuros. La escolopendra común, de hasta 12 cm de longitud, tiene el cuerpo deprimido y las patas muy separadas de él, correspondiendo un par a cada segmento del mismo. Es de coloración amarillenta con reflejos verdosos. Su picadura venenosa, si bien no reviste mayores peligros, es muy dolorosa. En África se encuentran algunas especies que llegan a medir hasta 30 cm de largo. Se alimentan de insectos y arañas. Cuando se descubre a un ciempiés, lo primero que suele ocurrírsenos es aplastarlo sin consideración.

Al hacerlo, procedemos con escasa sensatez, pues la mayoría de los ciempiés, por lo menos en cuanto se refiere a los países templados, son animales beneficiosos. Se comen a multitud de gusanos y de insectos, poniendo coto a su multiplicación. Muchos ciempiés son ciegos; y los demás no pueden distinguir más que la diferencia entre la oscuridad y la luz. Las antenas suelen hacer las veces de ojos; con ellas, por decirlo así, se dirigen a tientas y se buscan la subsistencia. Todos los ciempiés son carnívoros, y de aquí la utilidad que prestan en campos y en jardines.

Los ciempiés de las zonas templadas son de tamaño pequeño, si se los compara con los que viven en las regiones tropicales. Ofrecen la particularidad que caracteriza a todos los miriápodos de tener un gran número de pares de patas; pero este número es siempre impar. No hay ninguno de esos animales que tenga doce, veinte o cien pares de patas, sino números impares, como quince, veintiuno, o cualquier otro. Mucha gente no conoce la diferencia esencial entre el ciempiés y los milpiés que, como ellos, figuran entre los miriápodos. Consiste esta diferencia en que los primeros llevan un par de patas en cada uno de los segmentos de que se compone su cuerpo, mientras que los segundos tienen dos pares en la mayoría de esos segmentos.