LOS PAÍSES NÓRDICOS


Una de las pocas penínsulas europeas que miran hacia el Norte es Dinamarca; su superficie es llana, y en algunos sitios se la defiende contra los ataques del mar mediante diques, como ocurre en Holanda. Las islas situadas en su parte oriental forman las gradas de la gran península del norte de Europa, o sea de la península escandinava, que se extiende hacia el Sur, desde su unión septentrional con el continente, por más de 1.600 kilómetros, hasta tocar casi con las islas de Dinamarca. Una gran cordillera corre a lo largo de la península, y muchas de las eminencias de los Alpes escandinavos tienen una altura que oscila entre 1.500 y 2.500 metros. Al Este, hacia el Báltico, hay una pendiente larga y suave con muchos ríos y lagos que desaguan en este mar; y al Oeste, hacia el Atlántico, hay otra pendiente, pero corta y empinada. El Báltico, que ha sido llamado el Mediterráneo del Norte, siempre fue vía de comunicación entre los pueblos que viven a sus orillas. Las montañas dividen la península en dos países distintos: Suecia al Este y Noruega al Oeste, echada esta última, por decirlo así, como un saco sobre la espalda de Suecia.

Algunos siglos antes de Jesucristo y procedentes del corazón de Asia, llegaron a Europa las grandes familias de los pueblos teutónicos o germánicos. Algunas se establecieron en el centro de Europa; otras avanzaron hacia las penínsulas e islas del Norte, rechazando poco a poco a los antiguos moradores de las regiones que invadían -fineses y lapones- hacia los países más septentrionales, donde actualmente se hallan sus descendientes, en Finlandia y Laponia, entre el golfo de Botnia y el océano Ártico.