EL ARTE MUSICAL DESDE BACH HASTA NUESTROS DÍAS


Dos compositores insignes abren este maravilloso siglo y tres lo cierran: son ellos Juan Sebastián Bach (1685-1750) y Jorge Federico Haendel (1685-1759), por una parte, y Francisco José Haydn (1732-1809), Juan Crisóstomo Wolfgang Amadeo Mozart (1756-1791) y Luis van Beethoven (1770-1827), por la otra, entre los más célebres.

Bach y Haendel dieron nuevo impulso a viejas formas como la fuga y la toccata. La fuga es una composición vocal o instrumental, escrita en contrapunto, con un motivo breve y característico que pasa por todas las voces, dando la impresión de que éstas se persiguen y escapan hasta juntarse de nuevo; el género había sido tratado ya por otros autores, pero ellos lo llevaron al apogeo instrumental y vocal, respectivamente.

La toccata es una composición breve para instrumentos de teclado, con pasajes fugados de gran virtuosismo, en los que el intérprete puede lucir su técnica. Bach renovó el género con sus famosas toccatas para órgano, las cuales se distinguen por la fina y rica armonización.

En este mismo siglo xviii aparecieron nuevas formas musicales o se perfeccionaron otras que habían sido cultivadas anteriormente; la sonata, por ejemplo, adquirió entonces formas definitivas con Carlos Felipe Manuel Bach (1714-1788), hijo de Juan Sebastián.

La palabra sonata apareció por primera vez en el siglo anterior en composiciones para piano, de las que fueron autores Juan Kuhnau (1660-1722), Alejandro (1660-1725) y Domingo Scarlatti (1685-1757). Las huellas dejadas por Carlos Felipe Manuel Bach fueron retomadas y encauzadas por autores como Haydn, Mozart y Beethoven, quienes llevaron el género a la perfección. La sonata entra dentro de la llamada música programática, porque se ajusta a un plan determinado. Dicho plan comprende cuatro movimientos: allegro, andante, minuetto y rondó, de los cuales el tercero a veces fue reemplazado, a partir de Luis van Beethoven, por un scherzo.

De esta época es también la fantasía, composición musical de estructura libre que se distingue de la sonata porque no presenta construcción esquemática como ella.

Toda la música de cámara de este siglo, compuesta para pequeños conjuntos instrumentales, dúos, tercetos, cuartetos, quintetos, etcétera, fue compuesta de acuerdo con dicho plan, al que se ajustó también la sinfonía o sonata para orquesta.

Junto a las obras para solistas o pequeños conjuntos, los autores compusieron, además, partituras para grandes orquestas. En ese sentido el primer paso fue la transformación de la suite en concierto para grandes conjuntos de instrumentos, en el cual uno de ellos, que actúa como solista, desempeña la parte principal. Autores que ya hemos visto, como Bach y Haendel, y Antonio Vivaldi (1675-1743), figura destacada dentro del clasicismo italiano, contribuyeron con sus obras a dar prestigio al género.

Durante el segundo tercio del siglo que comentamos la música sufrió la influencia de un nuevo espíritu, expresión de una época rococó o galante, que coincidió en la plástica con la simplificación de los estilos y en la música con el triunfo de la armonía y la melodía sobre el contrapunto. Los propios hijos de Bach, Guillermo (1710-1784), Felipe Manuel (1714-1788) y Juan Cristian (1735-1782), sirvieron de puente para que, sobre aquellas bases, levantaran Haydn, Gluck y Mozart el andamiaje de sus maravillosas páginas musicales.