Los principales movimientos de la hora actual


No podemos historiar detalladamente las múltiples corrientes que se produjeron en música después del triunfo del impresionismo.

Esa situación de anarquía, propia de los difíciles años que nos ha tocado vivir, culmina con las formas más revolucionarias que se venían gestando en el seno mismo de antiguas corrientes. El concepto del arte por el arte se convirtió en la meta de autores que ya tenían méritos incuestionables antes de 1914, fecha crucial para los destinos de la música, tales como Igor Stravinski (1882), Bela Bartok (1881-1945) y Amoldo Schoenberg (1874-1951), quienes luego transformaron su estilo bajo el fragor de las campañas que ensangrentaron los campos de Europa o bien de autores de generaciones más recientes, que se iniciaron en momentos tan arduos reflejando los grandes problemas de la hora actual, mediante soluciones atrevidas como las de la música concreta, que se vale no sólo de los instrumentos musicales sino también de otros elementos sonoros para tratar de reproducir los efectos de las distintas actividades o los fenómenos de la Naturaleza.

Stravinski, de nacionalidad rusa, radicado en París, fue un revolucionario a quien pronto imitaron sus contemporáneos. Cultivó el arte politonal de la armonía para desembocar luego en un verdadero neoclasicismo. La riqueza de los ritmos empleados dio a su orquesta sonoridades indescriptibles. El nombre de Stravinski está íntimamente ligado también a la historia del ballet, ya que fue el primero que le dio jerarquía real independizándolo de la ópera y la música sinfónica. El estreno de El pájaro de juego señala época en ese sentido así como también Petruschka y La consagración de la primavera, considerada su obra maestra.

Otro gran autor que formó escuela fue Amoldo Schoenberg, que rompió con todas las normas y leyes que regían el arte de la composición desde la Edad Media. De sus reformas derivan los sistemas vinculados al de los doce tonos o dodecajonismo de la mal llamada escuela atonal, basada en la clásica escala cromática, en la que todos los tonos tienen la misma importancia y jerarquía. Schoenberg procede de las escuelas posromántica e impresionista, tal como se puede apreciar en sus primeras obras; su estilo se fue transformando, hasta que, en el Pierrot lunaire, la nueva concepción del maestro se puso de manifiesto en toda su fuerza. Entre los discípulos de Schoenberg, Alban Eerg (1885-1935) ocupa un lugar de preferencia en los anales de la música contemporánea. Dentro de la corriente del autor que comentamos, pero muy diferente de él. figura Pablo Hindemith (1895), atonalista que en sus obras asigna gran importancia al elemento rítmico.

Las corrientes modernas se desarrollaron también en otros países como Francia, Italia y España. En Francia el modernismo -palabra con la cual resumimos todas las corrientes contemporáneas- estuvo representado en un primer momento por el Grupo de los Seis, que Erik Satie (1866-1925), a imagen y semejanza del de Los Cinco, de Rusia, reunió en su país, sin poder formar una escuela homogénea como la rusa. El Grupo de los Seis estaba integrado por autores de tendencias muy diversas, como Darío Milhaud (1892), Arturo Honegger (1892-1955), Germana Tailleferre (1892), Luis Durey (1887), Jorge Auric (1899) y Francisco Poulenc (1899), quienes terminaron por desarrollar estilos propios e inconfundibles hasta convertirse, algunos de ellos, en figuras de primerísimo plano. Entre los compositores de las nuevas generaciones corresponde citar a Jacobo Ibert, Olivier Messiaen e Ivés Baudrier.

En Italia el modernismo se inicia con el verismo de la escuela operística, pasa por el sinfonismo de Ottorino Respighi y el nacionalismo de Ildebrando Pizzetti y culmina en autores tan personales como Alfredo Casella (1883-1947), Mario Castelnuovo Tedesco (1895), Juan Francisco Malipiero (1882), Goffredo Petrassi (1904), Jorge Federico Ghedini (1892) y, sobre todo, el dodecafonista Luis Dallapiccola (1904), quienes se perfilan como grandes valores que honran la vieja tradición musical de Italia.

Otros compositores dignos de recordar dentro del modernismo son Ernesto Bloch (1880), nacido en Ginebra y verdadero creador de la música nacional judía; Ignacio Paderewski (1860-1941),de Polonia; Zoltan Kodaly (1882), de Hungría; Alois Haba (1893), de Checoslovaquia; Arturo Bliss (1891) y Benjamín Britten (1913), de Gran Bretaña; los rusos Alejandro Glazunov (1865-1936), Sergio Rachmaninov (1873-1943), Sergio Prokofiev (1891-1953) y, sobre todo, Demetrio Shostakovich y Aram Jachaturian.

El horizonte musical se ha ampliado considerablemente con la aparición de concepciones revolucionarias como la música concreta y la electrónica, logradas con aparatos especiales.