ALGUNAS ISLAS CÉLEBRES


Existen en nuestro planeta territorios, a veces de pequeña extensión, que por una u otra circunstancia histórica han desempeñado un papel preponderante en el destino de los pueblos o de los grandes hombres. Nos referimos especialmente a las islas, muchas de las cuales constituyeron en su momento el punto en el que la humanidad entera fijaba su atención. En este capítulo nos ocuparemos de algunas grandes y de otras pequeñas; entre estas últimas, de Elba y de Santa Elena, cuyos nombres han de ir siempre asociados al del genial cautivo que en ellas encontrara uno de sus postreros imperios: Napoleón Bonaparte. Veremos también la trayectoria heroica de la isla de Malta, la azarosa vida de Chipre desde sus días prehistóricos hasta hoy, cuando sirve de asiento a una de las más jóvenes repúblicas del Mediterráneo. Viajaremos rápidamente desde las islas Bahamas, en pleno Atlántico norte, hasta la lejana Hong-Kong del exótico Oriente.

Perdida en medio del Atlántico, entre la costa occidental africana y la oriental brasileña, brota del seno del océano una pequeña isla, Santa Elena, cuyo suelo volcánico está en parte cubierto de eriales. Altas montañas, que de ordinario esconden su cumbre en las nubes, anuncian al navegante, a gran distancia, cuando el cielo está despejado, la presencia de esta remota isla.