Malta: la llave estratégica del mediterráneo oriental


En mares italianos y entre las costas de Sicilia y de África, se ve la isla de Malta, en donde Homero supuso que vivía y reinaba la hermosa ninfa Calipso.

El suelo de esta isla fue en tiempos antiguos de una esterilidad sin igual, pues toda su superficie (250 km2) era una capa de piedra dura que sólo el trabajo perseverante mediante el cual la han cubierto de tierra vegetal, llevada en su mayor parte de Sicilia, la ha convertido en terreno tan fértil que en un mismo año se han conseguido hasta dos cosechas de determinados frutos. Este dato es altamente notable, si se tiene en cuenta que en la isla no hay ríos, ni lagos, y aun poquísimos manantiales, por lo que los malteses se proveen de agua del aljibe o cisterna que tienen en su propia casa. El número de habitantes es de 307.000.

Malta perteneció en época remota a los fenicios, de quienes pasó a los griegos y de éstos a los cartagineses, a quienes se la arrebataron los romanos después de la primera guerra Púnica. Posteriormente fueron sus dueños los vándalos, los ostrogodos y los sarracenos, de cuyas manos pasó a las de los normandos.

En 1266 cayó con Sicilia en poder de los franceses; pero vencidos éstos por catalanes y aragoneses, perteneció Malta a España.

En 1530 Carlos V cedió la isla a los Caballeros de San Juan, o de Malta, quienes resistieron heroicamente, treinta y cinco años después, un sitio de los musulmanes. Era entonces gran maestre de la orden Jean Parisot de La Valette, cuyo nombre se dio a la ciudad principal de la isla, construida después de la victoria sobre los turcos.

Cuando en 1798 Bonaparte se dirigió a Egipto, se apoderó de Malta y de las otras islas del archipiélago. Poco después, Gran Bretaña capturó la isla y quedó dueña de ella por el tratado de París de 1814. En 1921 le concedió categoría de dominio, que en 1933 se redujo a colonia de la Corona. Por su heroísmo durante la segunda Guerra Mundial, en que debió soportar más de mil doscientos bombardeos de italianos y alemanes, Gran Bretaña concedió gobierno propio a los malteses, quienes dictaron una constitución en el año 1947.