LAS MARAVILLAS DEL MAGNETISMO


Desde tiempos remotos se conoce la existencia de una piedra que tiene la misteriosa propiedad de atraer pedazos de hierro. Parece que el primer hombre que conoció esa mágica piedra fue Tales; habitaba éste en Mileto, colonia de Grecia, y fue un hombre muy talentoso; a él se deben muchos descubrimientos importantes. Claro está que el descubrimiento de esta piedra impresionó mucho a Tales, porque parecía cosa de magia que pudiera atraer trozos de hierro a distancia. Para explicar tan raro fenómeno se supuso que la piedra tenía encerrado algún espíritu misterioso, algún fluido que emanaba de ella y tomaba algunos de los objetos con un brazo invisible.

En ciertas regiones era tan abundante que, en las montañas, cuando a los hombres se les caía un objeto de hierro, éste solía quedar como pegado al suelo. Esa piedra recibe hoy el nombre de magnetita, palabra que recuerda una ciudad donde era muy abundante, Magnesia, situada en el antiguo reino de Lidia en el Asia Menor; y a esa propiedad de atraer trozos de hierro a distancia se la denomina magnetismo. También se la llama comúnmente imán natural ya que el hombre ha sido capaz de fabricar imanes artificiales, es decir, sustancias diferentes de la magnetita pero que tienen la misma propiedad de atraer trozos de hierro. Es muy fácil fabricar un imán artificial; basta para ello frotar, siempre en un mismo sentido, una barra de acero -por ejemplo una aguja de tejer- con un imán natural, esto es, con un trozo del mineral que conocemos como magnetita.