LA SAL DE LA TIERRA


Desparramados por dondequiera, en todo el universo, se encuentran dos elementos llamados sodio y cloro, que sienten gran simpatía el uno por el otro.

El sodio es un curioso metal, tan blando que puede cortarse con un cuchillo, y muy difícil de conservar en estado puro. El cloro es un gas amarillo verdoso, y causa la muerte a quien lo respire, aunque sea en pequeña cantidad. Si el sodio y el cloro se mezclan, en la proporción de un átomo del uno por un átomo del otro, forman un compuesto llamado cloruro de sodio, o sea la sal común que usamos a diario para condimentar nuestros alimentos.

Dicha sal es la que en mayor cantidad se encuentra entre las que contiene el agua del mar, y sería imposible imaginar una cifra capaz de darnos una idea de la sal que se halla disuelta en el agua marina.

Hállase también, en enormes cantidades y con gran frecuencia, en aquellos parajes de la tierra que en épocas muy remotas estaban cubiertos por las aguas del mar, y en grandes masas en el seno de la tierra. Hasta en los ríos y riachuelos se encuentra sal. Además, la sal es parte esencial en la constitución de todo cuerpo viviente.

Cuando su proporción en los cuerpos es excesiva, llega a dificultar la vida, y éste es el motivo de que se utilice la sal para proteger ciertas materias contra la acción de aquellos gérmenes que podrían producir su descomposición. Su uso es de gran utilidad para la conservación de ciertas sustancias alimenticias, tales como las carnes y el pescado. En cambio, cuando esta misma sal se encuentra en las necesarias proporciones, es favorable a la vida.

La sal común y otros compuestos del sodio abundan en todas partes, y siempre que aquélla o estos compuestos se quemen, se produce una luz amarilla. Si dirigimos nuestra atención hacia la luz que nos llega del sol y las estrellas, y la examinamos con cuidado, mediante instrumentos apropiados, nos convenceremos de que el cloruro de sodio, que, como ya sabemos, se encuentra no sólo en nuestros cuerpos sino en el mar, y hasta llega a formar sobre la tierra capas de extensión muy considerable, se halla también en abundancia en el sol y en muchas de las estrellas.