HOMBRES QUE ANDAN DEBAJO DEL MAR


El hombre, en su insaciable deseo de descubrir los misterios que lo rodean, intentó desde muy antiguo explorar las profundidades submarinas. El fondo del mar ha atraído siempre a los audaces, sugestionados por leyendas de ricos barcos hundidos, faunas desconocidas, valiosísimas perlas y paisajes de ensueño. Aristóteles y Plinio describen los medios de que se valían los buzos en la antigüedad para proveerse de aire mientras permanecían bajo la superficie del agua: lo aspiraban a través de unos tubos, uno de cuyos extremos flotaba sostenido por una vejiga, en tanto que el otro iba a parar a la boca del que estaba sumergido. Eran tales los misterios que las profundidades sugerían, que el mismo Alejandro Magno, hombre ansioso de poder y de conquista, no pudo escapar al hechizo del mundo subacuático y descendió a cierta profundidad, en una máquina impermeable muy primitiva, que no permitía la movilidad pero conservaba cierta cantidad de aire. ¡Qué amargura debe de haberle producido la vista de ese reino silencioso y fantasmal, imposible de ser conquistado por su espada!