EL CAUCHO


A fines del siglo pasado, durante varios años, viéronse los bosques amazónicos animados por millares de hombres que, provenientes de todas partes del mundo, venían en busca de rápida fortuna, atraídos por los extraordinarios -rendimientos que se obtenían en la explotación de la siringa o árbol de la goma: eran los llamados siringueros, verdaderos trotamundos hechos a todas las privaciones, para quienes no contaban los peligros de las selvas tropicales. Estos nombres se aventuraron, Amazonas arriba, en una de las regiones más inhóspitas del globo, hostil al hombre por el gran número de animales que lo atacan, por. la presencia constante de los indios salvajes, enemigos naturales del hombre civilizado, y por las condiciones ambientales: temperatura elevada, lluvias abundantes, bosques impenetrables, fiebres, inundaciones, aislamiento completo provocado por las distancias enormes, la falta de centros poblados y la total ausencia de medios de comunicación.

Tras estos valientes aventureros, que se internaron en la selva virgen arrostrando toda clase de peligros para conseguir la riqueza, otros hombres, tal vez menos audaces pero no menos emprendedores, llegaron a las costas de Brasil, avanzaron, en su territorio y establecieron, en las márgenes de sus ríos, distintos comercios y variadas industrias. Así surgieron en la selva centenares de aldeas, en tanto que las ya existentes, se transformaban en ciudades, algunas de las cuales, como Manaos, en el interior, y Belén de Para, en la costa, alcanzaban inusitada importancia al asumir el papel de centros colectores y distribuidores de caucho.