Las bestias feroces no son ajenas a los sentimientos de nobleza y lealtad


Mas no solamente los perros, gatos, caballos y demás animales que viven en domesticidad nos demuestran en alto grado su deferencia y abnegación en repetidos casos; sino que también en el fondo de las selvas y entre las rocas de las montañas hay bestias feroces no ajenas a los sentimientos de nobleza y lealtad.

El león, por ejemplo, ante cuya proximidad o presencia siente el hombre, y hasta los mismos animales, invencible terror y espanto, nos ha dado bellos y memorables ejemplos de claro instinto y singular agradecimiento.

Entre las diferentes especies de felinos, el león, americano, o puma, agrega a su terrible ferocidad las mismas cualidades de hidalguía que el león verdadero; y al lado de las acusaciones que algunos le hacen de ser terriblemente carnicero e indómito, los historiadores y naturalistas nos ofrecen ejemplos justamente opuestos de nobleza y de inteligencia. Cítase uno de estos casos por Díaz de Guzmán, refiriéndose al tiempo de la conquista, en las regiones del Río de la Plata, por los españoles.

Acosados éstos por los indios salvajes, habíanse encerrado en Buenos Aires, y el prolongado sitio que allí sufrieron los redujo a un lastimoso estado de hambre y enfermedades. Prohibióse en absoluto, bajo pena de muerte, que nadie saliera de la fortaleza; pero algunos, incitados por el hambre, lograron evadirse, y entre ellos lo hizo también una joven, llamada Maldonado. La infeliz cayó en poder de los indios; y más tarde, habiendo sido apresada por los españoles, se la castigó condenándosela así a ser abandonada en despoblado. Déjesela en un bosque; y cuando ya no tenía qué comer, vio venir hacia ella a una puma, pero sin acometerla.

El animal estaba próximo a ser madre, y Maldonado la ayudó, aliviándola en sus dolores. Entonces la puma no quiso separarse de su lado, la defendió de las demás fieras que venían a acometerla y se ausentaba únicamente a ratos para traerle de comer. En una de esas ausencias, unos soldados tropezaron con Maldonado, escucharon la singular historia relativa al cariño del animal, y, admirados, se llevaron a la joven a Buenos Aires, donde se la puso en libertad.

Estos ejemplos nos demuestran cómo los animales están dotados de un instinto que les permite dar muestras de agradecimiento y lealtad, siendo indudable que hay en ellos un estímulo que los determina a acciones dignas del mayor encomio.