LOS ANIMALES QUE MÁS SE PARECEN AL HOMBRE


Trataremos en estas páginas de los animales que más se parecen a nosotros. Comenzaremos por recordar que hubo un tiempo en que no existían monos, sino tan sólo lémures, que pertenecían a la misma gran familia de que forman parte las distintas clases de monos existentes, del mismo modo que las varias razas humanas están relacionadas con el hombre prehistórico. Hay monos del tamaño de una ardilla, mientras que otros, por su aspecto y corpulencia, ofrecen cierta semejanza con el hombre y se llaman monos antropomorfos, palabra griega que significa “forma humana”. El cerebro de estos simios es como el de un niño pequeño, pero sus facultades intelectivas se hallan respecto de las de un salvaje, incomparablemente más bajo que las de éste con respecto a las del hombre civilizado. La conformación de su cuerpo es parecida a la del nuestro; son muy fuertes y bravos; se construyen, con hojas y ramas, cabañas rudimentarias; pero el parecido con el hombre no alcanza más allá. En las páginas siguientes describiremos el gorila, el orangután y el chimpancé, notables por su ferocidad y su fuerza; ;el gibón, que posee una potente voz y una maravillosa aptitud para saltar; y trataremos también de otras clases de monos.

En los parques zoológicos pueden verse bastantes leones y tigres, así como todo género de fieras vivas; pero raras veces se ve en ellos un gorila en pleno desarrollo, ni un orangután o un chimpancé viejos, porque estos monos son tan fuertes y salvajes, que no es posible apresarlos más que cuando son chiquitos, y luego es difícil criarlos en cautividad.

Estos grandes simios son los animales que más se asemejan al hombre. No tienen cola; sus manos son como las nuestras; tienen el mismo número de dientes que nosotros, si bien los suyos son mucho más grandes. Sus huesos se parecen a los del esqueleto humano; su cerebro es como el del hombre, aunque no está tan desarrollado como el de éste.

A pesar, sin embargo, de esta semejanza con los seres humanos, su figura es horrible; de manera que si bien no puede negarse que en cierto modo se parecen a nosotros, no por eso dejan de ser de una fealdad repugnante. El orangután presenta el aspecto de un viejo decrépito. El gorila está revestido de un pelo negro y espeso, mientras que el del orangután es de un color pardo rojizo.

El mayor de todos es el gorila, que habita las selvas del África ecuatorial. Hay; gorilas cuya talla es como la de un hombre de elevada estatura. Como todos los monos antropomorfos, el gorila les lo que se llama un cuadrumano,] pues, además de poseer dos manos como las nuestras, sus pies tienen también la misma forma, de manera que, en realidad, viene a tener cuatro manos. Los dedos de sus pies están dispuestos como los de las manos, y de esta suerte, el que corresponde al pulgar puede moverse, oponiéndose a los demás dedos, en lugar de quedar siempre junto a éstos, como sucede en el caso de los pies humanos. Por la misma razón, sus pies no sólo le sirven para andar, sino también para agarrarse a las ramas cuando trepa por los árboles. Tiene los brazos tan largos, que las manos le llegan más abajo de las rodillas; pero sus piernas, en cambio, son más cortas que las nuestras.

El tener los brazos largos le es necesario: al gorila, dado su modo de vivir. Al andar o correr, no le es posible sostenerse mucho tiempo erguido, sin que sus manos toquen el suelo. Camina tambaleándose, como un niño que da los primeros pasos, tocando a cada momento el suelo con los nudillos de sus manos. Pero no es principalmente de esta manera como utiliza los brazos. Por muy de prisa que trepe por los árboles -que es lo que más acostumbra hacer-, es preciso que cuide mucho de encontrar ramas que puedan soportar su peso; de manera que, mientras con los pies se coge de la rama de un árbol, va tanteando con los brazos las otras ramas que se ofrecen a su alcance, para ver si son bastante fuertes.