CÓMO DEBE LEERSE LA POESÍA


Para llegar a comprender bien todo cuanto significa la poesía es necesaria una larga y esmerada preparación; pero mucho habremos conseguido con cobrar afición a leerla y estudiarla. Hemos de hacer cuanto esté de nuestra parte para que la buena costumbre que significa la naciente afición a la lectura y el estudio de la poesía se convierta en un verdadero hábito. Y ya en ese camino, para tomarle cariño a los versos, para poder interpretarlos mejor y gozar plenamente de todas sus bellezas, vamos a ver por qué razón no se deben leer éstos del mismo modo que se lee la prosa.

Al tratar sobre la esencia de la poesía dijimos que ésta se diferencia sustancialmente de la prosa por la diversidad de sus objetos. Mientras la segunda tiene como fin propio la expresión de pensamientos y conceptos, y está por consiguiente al servicio de la razón y de la inteligencia, la primera en cambio tiene por objeto principal la expresión de emociones, sentimientos y afectos o de pensamientos en su resonancia afectiva.

Ahora bien, siendo el objeto de la poesía esencialmente diferente del de la prosa, es claro que los modos de leer uno y otro género de literatura deben ser también esencialmente distintos entre sí.

Cuando leemos prosa, no aspiramos de ordinario a retener en la memoria todas las palabras leídas, ni siquiera todas las sentencias por separado, porque lo que pretendemos es sencillamente captar el contenido intelectual del escrito, comprender el razonamiento o la descripción de los hechos y apoderarnos de la idea central. Las palabras tienen importancia sólo en cuanto son vehículos más o menos adecuados del pensamiento, y por eso pueden con frecuencia sustituirse o pasarse por alto. Quien leyere, por ejemplo, un tratado de lógica y fuere luego capaz de desarrollar todos los razonamientos en él contenidos captando al mismo tiempo el sentido general que funda la unidad de estos razonamientos y el carácter total de la obra, aun cuando no recordare ni una sola de sus oraciones o de sus palabras, ha comprendido sin lugar a dudas la obra y ha leído con provecho.