Los buenos poetas son verdaderos magos del lenguaje


En cambio, tratándose de poesía, esto no basta. Recordar las ideas sería recordar lo accidental en la mayor parte de los casos, por cuanto estas ideas, por más profundas y originales que pudieran ser, no son en sí mismas el factor esencial de la poesía. En todo caso, al recordarlas abstrayéndolas de las palabras, de las imágenes y aun del sonido no se retendría sino "el cadáver" de la poesía. Y un cadáver, aunque sea muy bello, no es nunca lo mismo que un cuerpo viviente.

Sea cual fuere el asunto cantado por el poeta, sencillo o heroico, alegre o triste, para desenvolverlo habrá escogido ya las palabras únicas de cuyo conjunto surgirá la expresión adecuada de un sentimiento, de una emoción o de un afecto.

Por lo demás, hay en los verdaderos poetas palabras y expresiones de tan poderosa virtud evocadora que despiertan en la fantasía enjambres de aladas imágenes, transportándonos a un mundo de maravilla. Porque los poetas, verdaderos magos del lenguaje, con el talismán de su numen o inspiración creadora saben referirnos como nadie:

Cuentos dulces, cuentos bravos de amadores y guerreros, de damas y caballeros, de señores y de esclavos; de bosques escandinavos y alcázares de cristal; cuentos de dicha inmortal, divinos cuentos de amores que reviste de colores la fantasía oriental.

La palabra en este caso tiene una importancia esencial por cuanto es la portadora directa de la imagen, la cual no surge sino a través de ella, a diferencia del concepto, que puede expresarse por un simbolismo más o menos abstracto. De ahí que sea tan fácil traducir una obra prosística, mientras resulta tan difícil, verter una obra poética a otra lengua distinta de aquella en que fue concebida.