LAS VITAMINAS


La vida reside en una sustancia, bien definida por su composición y no por su forma, a la que se ha denominado “protoplasma”. Esta sustancia constituye la materia activa, idéntica en los animales y los vegetales, en cuya intimidad se cumplen todas las funciones vitales, que dan origen a lo que denominamos vida.

La sustancia protoplasmática no es como un acumulador que tiene una determinada carga de energía, sino más bien un receptor, pues a medida que se descarga vuelve a cargarse; en otras palabras, al paso que el protoplasma se destruye, el protoplasma viviente se construye; en consecuencia, el fenómeno esencial de la vida es de destrucción y de reconstrucción.

La Biología ha demostrado que la vida es un proceso continuado, parecido a la marea: un incesante construir y un incesante demoler. En efecto; una sexagésima parte de nuestros glóbulos rojos se destruye diariamente, lo que significa la pérdida de unos 360.000 millones de glóbulos rojos por día, pero a medida que estos glóbulos se destruyen, otros tantos se producen. La piel pierde miles de millones de células que se desprenden de sus capas superiores y son sustituidas por otras nuevas. Del mismo modo, en las membranas mucosas de las vías digestivas, respiratorias, urinarias, etc., mueren células que son reemplazadas en una renovación constante.

Algunos hombres de ciencia, teniendo en cuenta este proceso continuo de destrucción y de construcción celular, han llegado a la conclusión que, en el curso de siete años, el hombre se renueva completamente, de tal modo que después de ese tiempo no queda activa en el cuerpo humano ninguna célula original, salvo las del sistema nervioso.

Este proceso de renovación celular que condiciona la vida, se produce por mecanismos muy complejos, en los cuales tiene fundamental preponderancia la introducción de materiales nutritivos que el organismo necesita para subsistir. Este aporte de materiales indispensables para el mantenimiento de la vida se obtiene con la alimentación.