Cómo los sabios descubrieron las vitaminas


Con estos conceptos fundamentales, muchos fisiólogos consideraron que para mantener la vida era imperioso el aporte alimentario de las sustancias necesarias para la reconstrucción protoplasmática: proteínas, grasas, hidratos de carbono y sales minerales. Una dieta balanceada de estas materias se consideraba suficiente para mantener la vida en perfectas condiciones. No obstante, algunas comprobaciones efectuadas en los últimos decenios del siglo pasado, no concordaron con esta teoría. En efecto; si se alimenta a los animales con una dieta mixta, compuesta de proteínas, hidratos de carbono, grasas y sales, se comprueba que se detiene su crecimiento, enferman y mueren. Por otra parte el estudio de ciertas enfermedades como el escorbuto, el beriberi y otras, hicieron comprender que, además de los alimentos principales, eran imprescindibles para el mantenimiento de la vida y de la salud otras sustancias, aún desconocidas, que intervenían preponderantemente en los intercambios orgánicos. Ya en el año 1775, Lind había demostrado que el escorbuto era más peligroso para el poderío naval de Gran Bretaña que las armadas de España y Francia en conjunto. En el famoso viaje del portugués Vasco de Gama, durante su vuelta por el cabo de Buena Esperanza, el escorbuto mató 100 marineros de los 160 que llevaba. Con estos y otros antecedentes los navegantes pudieron aprender que esta terrible enfermedad se podía combatir comiendo frutas y carnes frescas. Por otra parte, los hombres de ciencia llegaron a demostrar que la enfermedad conocida con el nombre de beriberi era debida a la alimentación basada en el arroz descascarado, lo que fue apoyado por el descubrimiento de la polineuritis experimental de Eijkman, en el año 1897, y posteriormente por Grijns y Holst, quienes descubrieron que en la cutícula del arroz había una sustancia que impedía el desarrollo de esta grave enfermedad.

Trabajando sobre estas hipótesis Stepp observó en 1909 que los ratones blancos, sometidos a una dieta privada de sustancias solubles en alcohol y en éter, no podían ser mantenidos con vida, comprobándose por los subsiguientes trabajos de Hopkins que la falta de una sustancia soluble en las grasas provoca en las ratas una grave enfermedad oftálmica, reconocida después, bajo la denominación de xeroftalmía y queratomálacia.

A la luz de estos conocimientos, fueron comprendidas las comunicaciones del oftalmólogo japonés Inouye, quien, en 1896 había estudiado una grave epidemia de xeroftalmía en niños japoneses cuya alimentación era principalmente vegetal, epidemia de que estaban libres los niños que habitaban sobre la costa y disponían de suficiente alimentación a base de pescado. Esta sustancia, que se encuentra en las grasas, fue denominada por Hopkins, en 1912, accesory food factors, es decir, factores alimenticios accesorios. Funk creyó que era una sustancia única necesaria para la vida y como era químicamente una amina la denominó vitamina.

Hoy día se sabe que las vitaminas son múltiples y que tienen fórmulas químicas diferentes; considérase como tales a ciertas sustancias orgánicas, constituyentes esenciales de la dieta, imposibles de ser sintetizadas por el organismo. Activas en muy pequeña cantidad, no son empleadas como fuentes de energía ni forman, como muchos creen, los constituyentes esenciales de las células, pero resultan completamente necesarias para mantener la salud y la actividad funcional del organismo.