LAS BANDERAS DE LAS NACIONES


La bandera, símbolo de la nacionalidad y representación de la patria, ha sido en todos los tiempos y en todos los lugares merecedora de fórmulas respetuosas y ceremonias solemnes. Fueron los romanos, entre los antiguos, quienes más profunda adoración sintieron por las suyas; las de las legiones eran sagradas; ante ellas prestaban juramento, y su. pérdida en combate era de importancia capital. A través de las edades se han perpetuado en los pueblos esos sentimientos, y actualmente en todos los países se considera y reverencia la enseña nacional como el emblema representativo en que se vinculan, historia, vicisitudes y supervivencia.

La bandera, desde el punto de vista físico, no es otra cosa que una banda ancha de tela, de uno o varios colores, en la que se hallan pintados el escudo, armas o blasón de un Estado, de un bando, partido, etc., que se asegura por uno de sus lados a un asta o una driza y que se emplea como insignia o señal colocándola generalmente en lo alto de un castillo, fortaleza, embarcación, etc., para que sea más visible, así a los amigos como a los enemigos; por consiguiente, la historia de la bandera va. íntimamente unida con la de las insignias o símbolos convencionales usados por los hombres para distinguirse en. sus eternas luchas. El origen de estos símbolos se remonta al de la especie humana; y por tanto, sería tarea inútil empeñarse en investigar cuándo y entre qué gentes apareció la bandera.

Dícese que la túnica de Nemrod sirvió de bandera en la guerra contra sus hermanos; que los hijos de Noé emplearon ya, para distinguirse, signos con. diversas figuras; que los chinos, los egipcios y los hindúes llevaban, pintados en. la tela, animales sagrados o monstruos irreales y terroríficos; que las tribus y familias hebreas se distinguieron por banderas; que asimismo las llevaban los griegos en el sitio de Troya y los compañeros de Jasón, cuando fueron a conquistar el Vellocino de Oro. Lo cierto es que todos los pueblos antiguos tenían su insignia: los babilonios, la paloma; los egipcios, el buey Apis; los hebreos, la. letra tau; los medos, las tres coronas; los partos, la cimitarra; los persas, águilas doradas con las alas desplegadas, en el extremo de largas pértigas; los armenios, un león coronado; los escitas, un rayo, etc., y que todos procuraban ostentarlas, por uno u otro medio, en sus campañas guerreras.

Aunque no hay noticias concretas de las enseñas militares que usaron los griegos en sus primeros tiempos, sábese que posteriormente la de Esparta ostentó las imágenes de Castor y Pólux; la de Atenas, una lechuza, ave simbólica, de Palas Atenea; la de Tebas, la esfinge; la de Corinto, un lobo enseñando los dientes, y la de Macedonia, la clava de Hércules. Los cartagineses ponían una cabeza de caballo en la punta de una pica, y el símbolo de los galos era el gallo.