Un azadón que llevó la pamplina a los más remotos confines del mundo


Cierto viajero relataba una historieta que viene aquí muy al caso y añade verosimilitud a lo dicho anteriormente. Unos exploradores, entre los cuales se contaba el autor del relato, desembarcaron en una isla situada en remotos mares. Ni los más leves indicios encontraron del paso de ser humano alguno, de modo que creyeron que eran ellos los primeros que hollaban el suelo de la isla. Pero pronto descubrieron un poco de pamplina o hierba de los canarios, hierba muy común en algunas regiones del Viejo Mundo, y guiados por ella llegaron a un montículo cubierto enteramente de dicha planta.

El montículo era la tumba de un marinero inglés que, habiendo fallecido en alta mar, fue enterrado allí por sus compañeros. Casi puede afirmarse que el azadón con que se cavó la sepultura había servido en algún campo donde abundaba aquella hierba, y que algunas semillas quedaron adheridas al instrumento de labranza para caer y germinar en esa región.

Muchas otras anécdotas podríamos contar referentes al modo como se introdujeron en lejanos países algunas plantas totalmente desconocidas allí antes; pero hablemos ahora de las que han emigrado a otras tierras sin auxilio del hombre. Gran número de semillas aladas, y las que están provistas de paracaídas, son llevadas por el viento a inmensas distancias y depositadas luego en el suelo, donde germinan y se convierten en plantas que producen flores y nuevas semillas. Éstas son conducidas a su vez por el viento, en la misma dirección, o en otras mil; y así, de año en año, se encuentra la planta en regiones cada vez más distantes del primitivo suelo nativo.

Las corrientes de los mares y ríos también arrastran las semillas de las plantas que en sus orillas crecen, transportándolas a notables distancias, hasta que las detiene alguna ribera, donde encuentran terreno favorable para su desarrollo. Las corrientes marítimas han acarreado las nueces de coco, protegidas por su propia envoltura de una a otra de las islas que se encuentran en los mares del Sur. Apenas alcanza a emerger del nivel del mar una isla de coral recién formada, cuando se ve invadida por nueces de coco, las cuales, u otras que lleguen con posterioridad, pueden germinar, cubriendo la isla de graciosas y esbeltas palmas.