Un lagarto inofensivo que mantuvo atemorizada a la gente durante varias generaciones


En otro grupo de grandes lagartos encontramos la iguana, de la cual existen cerca de sesenta especies. La más común se halla en México y en América Central y meridional, cuyos indígenas la aprovechan como alimento. Mide de 0,90 a 1,80 metros de longitud, y como vive en los árboles, su color verde hace que se la confunda con las hojas, de los cuales se alimenta. Tiene la facultad de cambiar de color. Con su larga cola, su piel cubierta de escamas, su dorso espinoso y la bolsa que le cuelga debajo de la garganta, presenta un aspecto bastante desagradable, aunque no tan terrible como el del basilisco africano.

El basilisco carece del saco citado, pero tiene sobre el dorso una gran cresta que mueve a manera de aleta, hacia adelante, o hacia atrás. El basilisco es del todo inofensivo; trepa con gran facilidad y se zambulle y nada como el cocodrilo. Tan notable es su apariencia, que desde los antiguos tiempos las personas ignorantes lo han considerado como un monstruo dañosísimo. En algunos escritos de la antigüedad se dice que el basilisco era incubado por una serpiente del huevo de un gallipollo; que el cruzar la mirada con él equivalía a la muerte; y que tiene que vivir en desiertos arenosos, porque su aliento es de fuego, y quema todo lo que está a su alrededor.

Otro saurio muy notable es el tapayachin coronado, que los indígenas de California y del sudoeste americano llaman sapo cornudo, por su semejanza con los grandes sapos provistos de cuernos. Su cabeza está armada con largas púas córneas, y la misma especie de arma existe a lo largo de su espina dorsal y a ambos lados de su cola, de un extremo a otro. El color de este extraordinario reptil es gris, con listas oscuras en el dorso, mientras por debajo el color es de un amarillo brillante. Las púas no son ni inútiles ni sirven de adorno. Son los elementos de su defensa.