Un pez que recorre el océano pegado al tiburón


Un curioso pez, es la rémora; tiene alrededor de 50 centímetros de longitud y está provista de una ventosa que cubre su cabeza y parte del dorso. Es bien conocida la resistencia de estos aparatos neumáticos una vez adheridos a una superficie más o menos lisa. Los tiburones son los peces que con más frecuencia reciben sobre su cuerpo la ventosa de las rémoras, aunque algunas veces, quizá por confundirlo con el pez mencionado, se adhieren aquéllas al casco de las embarcaciones y son así arrastradas por el océano en largos trayectos, durante los cuales hallan abundante comida. Adhiérese también a las tortugas marinas. Los indígenas de Zanzíbar y de otros países sacan provecho de esta costumbre de la rémora. Cogen al pez vivo y lo sujetan con una cuerda, para lanzarlo sobre las tortugas que se dejan ver a través de las aguas. La rémora se adhiere a aquéllas, y ambos animales son remolcados inmediatamente hacia la playa.

Pero no es éste el único pez que busca la compañía del tiburón. Hay otro que lo hace también: el pez piloto. Creyóse en la antigüedad que el pez piloto servía para guiar y proteger a los barcos. Según esta tradición, se lo veía siempre nadar delante del navío, cuando no había peligros que correr, y desaparecía al llegar a la proximidad de alguna roca o de la tierra. Es cierto que el pez piloto nada en compañía de los tiburones y de los buques, pero por su propia cuenta, no con la intención, como se suponía, de favorecer a los tripulantes.