La oruga se pasa la vida comiendo y mudando de piel


La segunda muda se opera en igual forma que la primera. No bien ha recobrado el vigor, le es preciso abandonar nuevamente su piel. Esto puede ocurrir hasta seis veces. Todo ello depende del tiempo durante el cual deba la oruga conservarse en su estado. Algunas se transforman en crisálidas al cabo de un mes, a diferencia de otras, que tardan en hacerlo hasta dos años. Hay una especie notable por la rapidez con que efectúa su desenvolvimiento. Es una hermosa oruga de color verde brillante, con listas violadas en ambos lados, y una pequeña espiga curvada sobre la cola. Llega a alcanzar gran tamaño, y para ello sólo se requiere un mes. Durante los veintidós días primeros cambia seis veces la piel. Pasada la sexta muda, parece comprender que no padecerá ya más aquella molestia, y se nutre como si ansiara hermosearse.

Diez días más tarde alcanza su mayor tamaño, y está presta a convertirse en ninfa o crisálida. Es tanto lo que ha comido hasta este momento, que su peso es 11.312 veces superior al que tenía al nacer. La mariposa procedente del llamado taladro o roe-maderas, en los dos años de su vida de oruga se hace 72.000 veces más pesada que al salir del huevo. El caso que acabamos de relatar no es excepcional, y lo hemos elegido por tratarse de un insecto bastante común. Una oruga que vive en el roble, la lagarta, observada por espacio de cincuenta y dos días, comió 120 hojas de aquel árbol, que pesaban 340 gramos, y bebió 14 gramos de agua. El alimento ingerido por esta oruga hambrienta en el tiempo citado, pesaba 86.000 veces lo que el mismo animal al salir del huevo. Si quiere verse a otro intrépido comedor tómense algunos huevos del gusano de seda, déjense nacer las orugas y obsérveselas mientras se encuentran sobre las hojas de morera. Cuando todas comen producen un ruido semejante al del papel que se estruja.