Cómo deja la oruga su piel y se convierte en crisálida


El principal objeto de la vida de la oruga es hacerse grande, fuerte y dispuesta para el gran día en que deba cambiar su forma, es decir, el día en que se convierta en crisálida. Si observamos el capullo, podemos ver, desde su principio, los preparativos que hace el animalillo para aquel día. Podemos continuar nuestra historia, pues según hemos indicado, las crisálidas de las mariposas hilan del modo más sencillo. Hemos llegado al momento de la muda definitiva.

Nos alejamos dejando una oruga gorda y perezosa. A nuestro regreso, no hay oruga. En el suelo yace su piel abandonada; vemos además una tenue crisálida o ninfa. Pero esta vez, el cambio, al parecer, ha sido total. Cabeza, ojos, mandíbulas, patas, todo ha desaparecido. Sólo queda aquel pequeño cilindro córneo, como si la hermosa oruga a la que alimentamos desde su nacimiento, hubiese muerto, dejándonos, como recuerdo, aquel tu-bito. Nadie diría que la crisálida encerrase vida alguna. Pero tomadla cuidadosamente y conservadla al calor de la mano; la crisálida se agitará, quizá para manifestar su impaciencia, o porque le agrada el calor.