Un animal primitivo que en algo se parece a los reptiles


El camello, a pesar de llevar miles de años de domesticidad, continúa siendo un animal primitivo. Sus huesos son la cosa más fina que la naturaleza ha creado para el esqueleto de un animal; se parecen al marfil en densidad, dureza y brillo. Por esto el hueso de camello se usa en enormes cantidades como sustituto del marfil.

El rasgo peculiar de su carácter primitivo se encuentra en la sangre. La configuración de los corpúsculos de la sangre en los camellos y en sus parientas las llamas es ovalada como la de las aves y los reptiles. En todos los demás mamíferos los corpúsculos son circulares.

También encontramos en los camellos otro signo de semejanza con los reptiles. Su temperatura no es constante, como en el hombre y en otros mamíferos; aumenta en relación con el calor circundante y con el penetrante aire de la noche. En el hombre, la temperatura varía poco más de un grado según nos encontremos en los trópicos o en las regiones árticas. La temperatura del camello, sin embargo, puede disminuir varios grados en el curso de veinticuatro horas.

Alguien pensará que los camellos deben de sufrir angustias en los cálidos mediodías de África o Arabia; pero, por el contrario, les agrada el calor solar y hasta parece que no se hallan enteramente a gusto mientras no pueden disfrutar de él. Tanto es así que cuando están en reposo prefieren arrodillarse al sol.