El más arisco y perverso de todos los animales domésticos


Algunos camellos son más perversos y huraños que otros, pero en general ni son dóciles ni afectuosos. Ésta es una característica peculiar de los camellos destinados a carga en Oriente. El otro tipo, el de paso más ligero, destinado a la monta y llamado dromedario, es bastante más tratable y de mejor disposición; pero, de todos modos, tampoco es un animal dócil.

La mala reputación que tienen los camellos puede deberse al hecho de haber estado mucho tiempo sometidos a los orientales. Éstos quieren a sus caballos árabes, pero tratan a los camellos de carga con rudeza, y parece que estos animales no lo olvidan.

No hay un solo momento del día en que el camello no procure desprender de un bocado el brazo de su dueño si se le presenta la oportunidad. Con sus mandíbulas puede producir tremendas heridas y es capaz de apresar entre sus dientes la mano que lo alimenta o empujar a su dueño en el estrecho paso de una montaña para lanzarlo al abismo. Miles de años de ser maltratados han contribuido a producir esta maldad, tan arraigada como temible en el camello.

El alimento natural de este animal son las pobres plantas que viven en el desierto. Lo que para un caballo sería delicioso, no es aceptable para un camello. Para éste, la fresca hierba de la pradera no es alimento; dénsele púas de las más punzantes y cardos de los más espinosos, y el camello estará encantado. Un flaco dromedario fue visto cruzando a paso largo un campo preparado para pasto, chapoteando a través de la corriente de un arroyo, cosa que los camellos detestan, para alcanzar un zarzal compuesto de malezas y devorar éstas con gran satisfacción.