De cómo se puede enseñar a cazar a los halcones


Veamos ahora los otros halcones, nobles y hermosas aves; las más célebres de ellas son el gerifalte, el neblí o halcón peregrino, el sacre, el alcotán, el esmerejón, el halcón de Berbería o baharí, y el schain índico, todos los cuales poseen fuertes alas, ojos oscuros, se elevan a gran altura y se dejan caer después como rayos sobre su presa, a la que arrastran hasta el suelo; y además el veloz y vigoroso azor y el gavilán, que tienen las alas más cortas y los ojos amarillos. Éstos son los nombres dados por los halconeros a los halcones europeos; en América del Norte se encuentra el ratonero de cola roja.

Para enseñar a cazar al halcón, sujétansele a las patas tiras de cuero blando, de suerte que no pueda volar cuando quiera. Se le cubre la cabeza con un capirote que le deja en libertad el pico y las narices para que pueda respirar, pero que no le permite ver. Cuando se le quita el capirote, muéstrasele un trozo de carne y tiene que saltar de la percha a la muñeca del hombre que sostiene la carne en la mano; con anterioridad se ha puesto un grueso guante de cuero para que no le hagan daño las garras afiladas del ave. Cuando el halcón se acostumbra a este ejercicio, aprende que para comer tiene que saltar a la muñeca. Auméntase después la distancia. Por medio de una cuerda fina, que se le amarra a la pata, se lo obliga a volar veinte o treinta metros para buscar su comida. Después se le quita la cuerda y el ave acude sola. Cuando se cree oportuno, en vez de su habitual alimento, se le muestra un ave u otro animal pequeño, y se le enseña a que lo coja y vuelva a posarse en la muñeca de su dueño. De esta manera se va enseñando a cazar al halcón, gradualmente, y a volver cada vez a la muñeca de su amo, que entonces le da de comer de una manera espléndida. Después, cuando ya está bien enseñado, se transporta sobre una percha, con el capirote puesto, a un lugar donde haya caza. Se le quita aquél, el halcón ve la caza, la aprisiona y se la trae a su amo.

Como todos los otros halcones, el peregrino o neblí es un cazador excelente. Se supone que es capaz de volar a una velocidad de 240 kilómetros por hora; y al mismo tiempo, lo hace con tan extremada exactitud en su rumbo, que sigue a los pájaros pequeños a través de masas de follaje o de arbustos y puede agarrar un pájaro que se halle posado en una rama sin detenerse ni tocar parte alguna del árbol.