GUSANOS ÚTILES Y GUSANOS PELIGROSOS


Escarbando el suelo, hallamos entre la tierra unos animales lisos, lustrosos, delgados, de pocos centímetros de largo, compuestos de anillos y, aparentemente, sin cabeza, que se arrastran ondulando y zigzagueando como viboritas, pero sin la elegancia y soltura de éstas. Son los gusanos o lombrices de tierra, que la mayoría de la gente detesta y mata sin razón, pues son útiles amigos de los agricultores.

Darwin estudió sus costumbres y encontró que contribuyen eficazmente a la fertilización del suelo. Perforan túneles en la tierra, ingiriéndola en cantidades para alimentarse con las sustancias orgánicas en ella esparcidas; la expelen luego en la superficie, sobre la cual forman pequeños rodetes de cilindros retorcidos. Sacan así, poco a poco, la tierra de las capas subyacentes a la superficie y ponen en libertad las más finas partículas, con lo que el suelo se hace más poroso. Cada gusano establece, puede decirse, una pequeña corriente de tierra de abajo arriba; y esta labor continua remueve el terreno. Darwin ha calculado en unas 20 toneladas de tierra al año el trabajo de los gusanos en una hectárea de campo.

Pero si el mérito principal de su labor está en la remoción y desmenuzamiento de la tierra, secundariamente esto favorece otros procesos de fertilización. Como, según hemos dicho, hacen más porosa la tierra y practican túneles en ella, el aire penetra más fácilmente y cede su oxígeno al terreno, y su nitrógeno a los microbios del suelo, que lo transforman en sustancias llamadas nitritos y nitratos, indispensables a la vegetación. Además, las semillas, hojas y diversas materias que introducen, ayudan al interesante proceso.

Más conocedores que nosotros de la Naturaleza, ciertos pueblos salvajes aprecian en mucho a los gusanos de tierra. Lo primero en que se fijará un negro de Nigeria, en África, es si el campo que se propone cultivar alberga o no lombrices. En el primer caso, el campo es bueno, y lo sembrará; en el segundo, lo abandona y sigue adelante en busca de otro que las tenga. No sabe seguramente cómo trabajan los gusanos; pero su experiencia le afirma que éstos hacen buenos los campos para sembrados.

Muy pocos, sin duda, entre los amantes de las reliquias del pasado, saben que alguna parte cupo a las lombrices en su preservación. Gracias a que ellas las cubrieron con tierra, se han mantenido en perfecto estado de conservación las magníficas carreteras construidas por los romanos en Bretaña, hace siglos.

Hundidos en la arena de las playas, como las lombrices de tierra en los campos, los gusanos arenícolas realizan idéntica tarea, aunque naturalmente sean menos provechosos para el hombre. Tragan grandes cantidades de arena en las capas inferiores y la arrojan en la superficie. Así labran la playa, fijan las sustancias orgánicas y desprenden los más finos granos de arena que luego las corrientes transportan a distancia. Cooperan de este modo a la obra lenta de la Naturaleza, que, en el curso de los siglos, levanta el fondo de los mares y altera la fisonomía del globo. La especie más conocida es la arenícola marina, que llega a tener hasta 30 centímetros de longitud.

Otros gusanos horadan los arrecifes de coral o las rocas de las costas y las pulverizan lentamente, haciendo de ellas tierras fértiles con la ayuda eficaz de otros animales o diversos agentes de la Naturaleza.