De cómo dio un elefante una píldora a un soldado enfermo


En la isla de Ceilán, donde abundan los elefantes, había uno bastante joven que había sido cazado de muy pequeño. Los médicos del hospital acostumbraban llevarlo consigo cuando recorrían, por las mañanas, las diversas salas de enfermos; y el animal veía a éstos tomar sus medicinas y píldoras. Cierto día, un soldado indígena dejó caer al suelo su píldora, y entonces el elefante recogióla con la trompa, se la colocó al paciente delante de la boca y, dando un resoplido, introdújosela en ella.

El elefante salvaje arranca con la trompa las hojas tiernas de los árboles, y desentierra con los colmillos los tubérculos que producen las raíces de ciertas plantas. Sorbe el agua con la trompa y, elevando ésta después, la vierte en su propia garganta. Cuando le molestan las moscas, corta una rama de un árbol y, sirviéndose de la trompa como de una mano, utilízala a manera de abanico para ahuyentarlas. Los colmillos del elefante son casi totalmente de marfil, y le crecen en la mandíbula superior saliéndole fuera de la boca y prolongándose hacia adelante y abajo. Algunos colmillos pesan hasta cien kilos por pieza. En el Museo Británico hay uno que mide 3,07 m de longitud, tiene 60 cm de circunferencia y pesa 110 kg. De su marfil, que es el más estimado, se fabrican preciosos objetos de talla, estatuas, bolas de billar, piezas de ajedrez y toda clase de ornamentos. Aunque siempre los llamamos colmillos, estos dientes no son tales, pues los elefantes carecen de ellos, en realidad son incisivos, único par que poseen, los cuales carecen de raíz y tienen crecimiento ilimitado.