Cómo se expidieron en el mismo día dos patentes para teléfonos


Pero dos horas antes, ese mismo día, Alejandro Graham Bell se presentó en la misma oficina y sacó patente de su teléfono. Es, en efecto, cosa notable que estos dos inventores, desconocidos mutuamente, estuvieran trabajando al mismo tiempo sobre el mismo problema y que, en el mismo día, se presentaran con el invento terminado en la oficina de patentes de Washington. El de Bell, empero, era más perfecto y más completo, y es el que, con bastantes mejoras, empleamos hoy día.

Bell nació en Edimburgo, Escocia, en 1847; trasladóse en compañía de su padre al Canadá, en 1870, y dos años después se estableció en Boston, en cuya universidad estudió. En esa época, era extraordinario el número de sordomudos que había en Escocia, y el padre de Bell, hombre de gran corazón y de abnegación, empleó su vida entera en enseñarles a hablar. El joven Bell, después de haber recibido esmerada educación en Edimburgo y en Würzburg, pasó al Canadá con su padre para dedicarse a la misma enseñanza; y consiguió no sólo que hablaran los mudos, sino que dio a los hombres un medio, el teléfono, para poder transmitir su voz a muchos kilómetros de distancia.

No podemos dejar en olvido la parte importantísima que en la mejora del teléfono y del telégrafo tuvo T. A. Edison. Su vida es realmente admirable, tantas y tan grandes han sido las empresas que ha llevado a cabo: en otro artículo damos más pormenores de la biografía y de las obras de este genio extraordinario. Aquí nos limitaremos a tratar de aquellos inventos suyos relacionados con la telegrafía. En esta rama de la técnica, Edison inventó el sistema cuádruple, es decir, el sistema por el cual, en vez de enviar un solo despacho por cada alambre, pueden enviarse hasta cuatro al mismo tiempo. Pero luego ideó un medio que permite enviar hasta seis telegramas a la vez; invento importantísimo, por cuanto un alambre puede conseguir el efecto de seis, con la consiguiente economía de tiempo y de material.