Los experimentos que condujeron a la invención del teléfono


En otra parte de esta obra expusimos los principios del teléfono, por lo cual nos abstendremos de tocar este punto en el presente capítulo, únicamente recordaremos que, siendo tan maravilloso este aparato, parece extraordinaria coincidencia que se les haya ocurrido a varios sabios la misma idea acerca de su construcción.

Y varios han sido, en efecto, los que han trabajado en él, desde Roberto Hooke, quien en 1667 hizo una especie de teléfono, no sirviéndose de la electricidad, sino de un alambre tendido. Volvióse a hablar del teléfono cuando Wheatstone consiguió que el sonido de un instrumento músico pasase a lo largo de una varilla, desde unos sótanos hasta una sala en donde se hallaban escuchando numerosas personas. Pero el paso más importante lo dio el estadounidense C. G. Page, en 1873, al publicar un ensayo sobre la música producida por electromagnetismo en el instante en que cierra el circuito. Este escrito fue el principio de la idea de emplear la electricidad para transportar la voz humana.

Seis años después, aprovechando esta teoría, un sabio físico, llamado Felipe Reis, empezó a trabajar insistentemente y con tan buenos resultados, que en 1861 produjo un teléfono eléctrico. El principio era casi el del teléfono moderno, pero no se había llegado a su perfección actual.

Todavía hubo de esperar el mundo hasta 1876, año en que ocurrió una coincidencia singularísima; la de dos teléfonos que fueron patentados el mismo día y a pocas horas de diferencia uno de otro.

Uno fue el del inventor Elisha Gray. Otro el de Bell. Gray nació en 1835 en Barnesville, Ohio; vivió hasta 1901, consagrando toda su vida a los inventos eléctricos. Su teléfono fue presentado para ser patentado el 14 de febrero de 1876.

Este electricista e inventor también creó el teleautógrafo para transmitir a la distancia escritos y dibujos. Puede considerársele precursor de la telefotografía y la televisión.