Desde el primitivo manipulador al teletipo


Muchos tipos de telégrafo han sido propuestos desde el de Morse hasta los presentes. La mayoría de los aparatos modernos, que buscan celeridad en el procedimiento, se equipan con teclas que imprimen directamente en la cinta de papel, no los puntos y rayas del alfabeto Morse, sino las letras correspondientes, y de un solo golpe se envía el signo que ya el telegrafista no tiene necesidad de traducir. El clásico manipulador ha sido sustituido en los aparatos modernos por un teclado semejante al de la máquina de escribir.

Los aparatos que realizan la transmisión en forma directa por teclado y la recepción en caracteres tipográficos, se denominan teletipos. En el receptor no se necesita operador, pues su funcionamiento es automático.

Se ha llegado a tal grado de perfeccionamiento que los teletipos pueden aplicarse a tipografía a distancia, mediante un aparato que se acopla a las linotipias, que, como es sabido, realizan la composición tipográfica de las revistas y los diarios.

El teléfono, que también ha sido perfeccionado maravillosamente, ha dado origen a otros inventos de principios parecidos, como el repetidor submarino, que sirve para amplificar las transmisiones telefónicas transoceánicas. Es un aparato construido con materiales de gran resistencia y calidad, que tiene la delicadeza y precisión de un reloj y está destinado a funcionar en el fondo del mar durante veinticinco o treinta años. Otro prodigio de la técnica fue el robot telefónico, que gobierna las comunicaciones telefónicas, y tiene un sistema de registro de los datos necesarios para su función, que trabaja en forma un tanto similar a la memoria humana.

Si algunos de los primitivos inventores del telégrafo o del teléfono vieran la complejidad que hoy tienen sus creaciones, se asombrarían. El ritmo de perfeccionamiento de estos inventos es hoy más intenso aún que en los primeros años de su creación. Pero es difícil señalar a alguien en especial como autor de tal o cual avance técnico, porque éstos son el producto de la labor de muchos investigadores incansables, que trabajan, generalmente, en equipo.