Casimiro Funk descubre el remedio para el mal de los navegantes


A principios de la Edad Moderna, al iniciarse el período de los grandes descubrimientos geográficos, notóse que los tripulantes de los barcos que realizaban largas travesías eran víctimas de una rara enfermedad a la que se llamó escorbuto, que no atacaba a los marineros en tierra, sino en alta mar, luego de transcurridos veinte o treinta días de navegación. El mal, cuyos síntomas más evidentes eran una intensa hemorragia en las encías y la caída de los dientes, cesaba sin que fuera necesario suministrar medicina alguna a los enfermos, tan pronto como las naves entraban a puerto y los marineros podían alimentarse, entonces, con frutas y verduras frescas.

Descubrir el remedio de esta enfermedad y de otras derivadas de las mismas causas, era gloria reservada al gran biólogo y químico polaco Casimiro Funk, quien en 1911 descubrió en el salvado del arroz una sustancia capaz de curar, rápida y totalmente, el beriberi o escorbuto.

Esos principios activos, a los que se dio equivocadamente el nombre de aminas vitales o vitaminas, fueron luego encontrados en numerosos vegetales y frutas y en algunas sustancias animales.

Las vitaminas, que han resultado ser un elemento de gran valor para la recuperación y el mantenimiento de la salud.