Fénelon, el maestro de un príncipe que descontó a un rey


Quien entrara al palacio episcopal de Cambrai, allá por el año 1699, encontraría en el obispo de la diócesis un hombre alto, delgado, bien plantado, extremadamente pálido, con una gran nariz y unos ojos por los que el fuego y el genio se derramaban a torrentes. Un rostro como pocos, y tan atractivo que una vez contemplado, ya no se olvidaba más. En él se juntaban en perfecta armonía las cualidades más dispares: gravedad y cortesía, seriedad y jovialidad, el hombre de saber, el noble, el obispo; y todo ello salpimentado con una dignidad, un decoro y un ingenio que rebosaba gracia y urbanidad. Verlo, cautivaba los ojos al punto de no poder desviarlos. Tal es el retrato que Saint-Simón nos ha dejado de Fénelon.

Francisco de Salignac de la Mothe, conocido por el nombre de Fénelon, título nobiliario de su familia, había nacido en la provincia de Périgord, en Francia, y su carrera universitaria fue brillante. Ordenado sacerdote, se le encomendó la instrucción de las jóvenes y señoras convertidas del calvinismo; en esa obra derramó la dulce suavidad de su carácter y sus dotes naturales de persuasión. Tal fue la fama del joven maestro en el desempeño de esa misión que cuando el rey Luis XIV necesitó un preceptor para el joven duque de Borgoña, hijo del Delfín y presunto heredero del trono, su persona se presentó como la elección natural. El real pupilo era un joven brillante, apasionado hasta el extremo de la manía, pero débil e inestable; de él se podía esperar un santo o un monstruo, pero nunca un hombre vulgar. Fénelon transformó a su regio discípulo en una persona devota, afectuosa, diligente, aunque falta a veces del tacto requerido, y escribió para él el Telémaco, una obra compuesta con la fragancia de los clásicos y la sagacidad del crítico, donde el autor expresa su visión de los acontecimientos de la humanidad y de la propia época. La libertad y la sinceridad con que escribió no agradaron a Luis XIV, quien interpretó la obra como una sátira de su persona.

Como resultas de estos acontecimientos, Fénelon fue despedido de la corte y se retiró a la diócesis de Cambrai para la que había sido nombrado obispo, y en ella se consagró hasta su muerte al fiel cumplimiento de sus obligaciones episcopales.

El Telémaco y el Tratado de la educación de las niñas son las obras principales en que Fénelon vertió sus ideas sobre educación. En muchos aspectos, profeta de los tiempos por venir, el pensamiento de este escritor influyó profundamente en la enseñanza del siglo xviii.