Hombres que vivían en plataformas construidas sobre los lagos para resguardarse de las fieras


En el museo de Berna hay un curiosísimo modelo de una construcción de viviendas levantadas encima de un lago. Dicho modelo nos muestra cómo eran introducidos y enclavados en una costa blanda y de aguas superficiales cierto número de pilotes, los cuales sostenían un piso de madera, en donde se levantaban las chozas construidas con troncos y mimbres y techadas con juncos; una especie de puente fácilmente removible, ponía en comunicación estas habitaciones con las orillas del lago.

Los grupos de viviendas de este tipo reciben, el nombre de palafitos; los arqueólogos han encontrado gran número de poblados así construidos en los lechos de la mayor parte de los lagos suizos; el primer descubrimiento, casual, se produjo con motivo de un extraordinario descenso de nivel de las aguas de dichas cuencas lacustres; investigaciones que siguieron, han revelado multitud de utensilios, armas y elementos de quienes habitaron los palafitos, los más antiguos de los cuales remóntanse al período Neolítico.

Muy poco sabríamos acerca de la vida que llevaron aquellos primitivos pobladores de la región ribereña de los lagos suizos si el fuego no nos hubiera conservado los restos de sus utensilios y armas. Esto podrá parecer extraño, y aun contradictorio, pero es una palpable realidad: restos de cacharros, escudillas, arcos, flechas, etc., cayeron al lecho del lago en el curso de los años, y cuando el fuego destruyó plataformas y habitaciones, una capa de cenizas vegetales cubrió las arenas del lecho, y a los restos sobre ellas depositados los preservó durante millares de años de la acción destructora de las aguas.

¡Qué días tan hermosos debieron de haber pasado aquellos niños habitantes de lagos, jugando en los botes, pescando, remando, bañándose al sol o corriendo por la costa, disfrutando de la sombra entre los frambuesos, o sentados en torno del hogar al anochecer, cuando habían terminado el trabajo del día!

Estas colonias se han encontrado en los lagos de la llanura, como las de Neuchátel, Bienne, Zurich y Ginebra. Entre los pobladores que les sucedieron y fijaron su morada en el llano de lo que llamamos ahora Suiza, se cuentan los celtas, muy semejantes a los que vivían en la Bretaña francesa. Constituían esta raza hombres muy valientes y guerreros, amigos de adornos y de armas vistosas, cuyos jefes eran los sacerdotes druidas. Poco a poco fueron luego subyugados por los omnipotentes romanos, los cuales abrieron hermosas carreteras para atravesar gargantas en los Alpes, desde Italia a las ciudades que se levantaban en la llanura, sometidas ya a la dominación de los romanos, los que aportaron a la región su civilización y su cultura.

Los principales caminos fueron los del paso de San Bernardo y Julier, en donde todavía pueden verse dos piedras miliarias del tiempo del emperador Augusto. En los museos de todas las grandes ciudades de Suiza se encuentran muchos objetos históricos provenientes de los conquistadores helvecios, la principal tribu celta. A lo largo de las hermosas y abrigadas costas del lado de Ginebra existieron ricas villas romanas, y aun hoy día subsisten ruinas de templos y otros edificios pertenecientes a los antiguos tiempos de la Roma Imperial.