Las circunstancias que provicaron la desmembración del Imperio Otomano


En 1784 Catalina II de Rusia se apoderó de Crimea y estalló una nueva guerra entre Rusia y Turquía, que terminó en 1792 con la paz de Jassy, señalándose el Dniéster como frontera entre los dos imperios La guerra de la Independencia, coronada por la batalla de Navarino; el protocolo de Londres de 1828 y el tratado de Andrinópolis, firmado al año siguiente, libraron a Grecia del dominio turco.

Francia se apoderó de Argel en 1830, y Mohamed-Alí, rompiendo los lazos de soberanía que ligaban Egipto al Imperio Otomano, se declaró independiente años más tarde.

Posteriormente, la cuestión de los Santos Lugares arrastró a Turquía a una nueva guerra con Rusia, de la que debía nacer la campaña de Crimea; y la matanza de cristianos en Siria motivó además la intervención francesa.

Resumiendo, las pérdidas de territorio que en Europa sufrió Turquía fueron: Bulgaria, Rumelia oriental, la Dobrucha, que se agregó a Rumania; el distrito de Nisa, anexado a Servia; Bosnia y Herzegovina, ocupadas por Austria; el territorio de Batum, en Asia, cedido a Rusia, y el de Botur, entregado a Persia. En el interior, el Imperio Otomano sufría de día en día mayor quebranto; la Cámara no se reunía, y las intrigas del serrallo no cesaban de complicar las cosas.

Al crecer el poderío de Rusia, su influencia se dejó sentir en las provincias turcas del norte del Danubio, especialmente en Moldavia y Valaquia, y la frontera por esta parte se vio rechazada unas veces hasta el Dnkster, otras al Pruth, y durante años estos antiguos reinos pasaron de los turcos a los rusos, y viceversa, cambiando de manos sin cesar.